El truco de Julia Roberts escondido en ‘Un lugar llamado Notting Hill’ que la convirtió en un clásico

La actriz se sintió incómoda interpretando a una estrella de cine aunque ella lo era en la vida real

Julia Roberts se sintió incómoda interpretando a una estrella de cine en 'Un lugar llamado Notting Hill', incluso cuando ella ya lo era en la vida real. (Foto de Getty Images)
Julia Roberts se sintió incómoda interpretando a una estrella de cine en 'Un lugar llamado Notting Hill', incluso cuando ella ya lo era en la vida real. (Foto de Getty Images)

El mayor desafío para muchos actores es encontrar la comprensión y conexión con los personajes que interpretan. Ya sean villanos, héroes o historias reales, la mayoría son papeles diferentes a ellos mismos, con otro tipo de historias, orígenes, inquietudes y propósitos existenciales. Sin embargo, Julia Roberts vivió una situación peculiar cuando aceptó protagonizar a una estrella de cine de éxito, ganadora de premios y con salarios millonarios como ella en Un lugar llamado Notting Hill.

A primera vista podríamos creer que lo habría tenido fácil al conocer de sobra el mundo de Anna Scott, su papel de actriz famosa que se enamora del librero de Hugh Grant. Después de todo ella misma conocía de sobra ese mundo de aplausos, focos y fama. No solo en aquel entonces -el año 1999- cobraba sueldos de $15 millones (lo que cobró por Notting Hill) y un año después batía récords para las mujeres en Hollywood percibiendo $20 millones por Erin Brockovich, sino que ya había sido nominada al Óscar y contaba con un currículo repleto de títulos populares como Pretty Woman (1990), Todo por amor (1991), Durmiendo con el enemigo (1991), El informe Pelícano (1993), La boda de mi mejor amigo (1997) o Quédate a mi lado (1998).

Pero no, justamente ese parecido terminó convirtiéndose en un suplicio para ella.

Así lo contó a British Vogue durante una charla con el guionista de aquella película, Richard Curtis, donde explica que, si bien existen ciertas similitudes entre ella y sus personajes, nunca sintió que “se estaba interpretando a sí misma”. Pero lo que vivió en Un lugar llamado a Notting Hill, interpretando a una estrella de cine como ella, fue diferente.

Julia Roberts odiaba llevar el vestuario de estrella de cine que requería su personaje en 'Un lugar llamado Notting Hill'. (Foto de Ronald Siemoneit/Sygma/Sygma via Getty Images)
Julia Roberts odiaba llevar el vestuario de estrella de cine que requería su personaje en 'Un lugar llamado Notting Hill'. (Foto de Ronald Siemoneit/Sygma/Sygma via Getty Images)

“Honestamente, una de las cosas más duras que tuve que hacer fue tu película, interpretar a una actriz de cine. ¡Fue tan incómodo!”, le decía a Curtis. “Es decir, lo hablamos muchas veces, pero casi no acepto el personaje porque me parecía tan bizarro. Ni siquiera sabía cómo interpretar a esa persona”.

Y es verdad. Julia Roberts contó varias veces su rechazo inicial a pesar del potencial de éxito que tenía la historia. “No quería hacer esa película”, dijo a The Guardian en 2019. “La idea sonaba horrible, ¿verdad? ¿Quieres venir a interpretar a la estrella de cine más grande del mundo y luego enamorarte del dueño de la librería? ¡No!”, añadía. Afortunadamente se reunió con los responsables del proyecto y terminó viendo que era “una gran joya de película”, lo que dejo a Nicole Kidman sin opciones. La actriz de Moulin Rouge! estaba deseosa de conseguir el personaje pero, según contó a la revista Marie Claire en 2020, “no era lo suficientemente conocida, ni lo suficientemente talentosa” (que lo dudo, simplemente no habrán visto que fuera el perfil de actriz que estaban buscando).

Sin dudas, la confesión de la actriz de Dejar el mundo atrás impacta porque cualquiera creería que habría sido uno de los personajes más naturales de su carrera al compartir universo y profesión cuando, además, llevaba casi una década ascendiendo en Hollywood, paseando por alfombras rojas, concediendo entrevistas, manteniendo relaciones con otros famosos y formando parte de la crème de la crème del negocio.

Pero a Julia Roberts le costaba conectar con esa faceta superficial de Anna Scott, sobre todo el tener que proyectar a una estrella de cine. Ella lo era porque el destino y su talento la fueron llevando por ese camino, pero eso no significa que supiera cómo representarlo desde el plano de la ficción.

Julia Roberts no quería protagonizar 'Un lugar llamado Notting Hill' al principio. (Foto de Richard Corkery/NY Daily News Archive via Getty Images)
Julia Roberts no quería protagonizar 'Un lugar llamado Notting Hill' al principio. (Foto de Richard Corkery/NY Daily News Archive via Getty Images)

El momento de conexión personal que lo cambió todo

Julia Roberts explica que “odiaba” vestirse como una estrella del celuloide en sus escenas y que por eso, cuando llegó el momento crucial en que su personaje pusiera los pies en la tierra con la frase más emblemática del filme (y de la historia de las comedias románticas), decidió imponer su normalidad para conectar con ella. Y quizás por eso se convirtió en la secuencia que más conectó con el público.

Evidentemente les hablo del final, cuando Anna se planta en la librería de William Thacker (Grant) para confesar su amor, emocionada, prácticamente sin maquillaje y con lágrimas en los ojos, diciéndole: “No olvides que soy solo una chica de pie frente a un chico pidiéndole que la ame”.

Si prestan atención, el personaje viste diferente al resto de la película en esa secuencia. Aparece más natural, sin el glamur que imponen sus compromisos profesionales, casi sin maquillaje y con ropa de calle. Y esa ropa era justamente del armario casero de Julia Roberts.

“Envié a mi chófer, el adorable Tommy, a mi departamento esa mañana”, explica en la charla. “Le dije ‘ve a mi habitación y agarra esto y aquello de mi armario’. Y eran mis propias chanclas, mi linda faldita de terciopelo azul, una camiseta y mi cárdigan… Es decir, fue una escena grandiosa. Pero quién se hubiera imaginado que se convertiría en ‘la’ frase”.

Me atrevería a suponer que, tal vez, esa comodidad que sintió llevando su propia ropa la podrían haber ayudado a conectar con la cara más sencilla de Anna Scott justo en el momento en que hace un ejercicio de humildad romántica, siendo la estrella de cine la que confiesa su amor a un tipo normal. Y eso podría haber servido para crear la atmósfera natural en donde transcurre la escena, recitando la frase que la ayuda a romper la burbuja de ‘movie star’ para confesarse como un ser humano enamorado, sin etiquetas y profesiones que valgan.

Y justamente al llevar su propia ropa, sin lentejuelas ni vestidos de lujo, podría haber roto con esa incomodidad que sentía teniendo que representar la ilusión que rodea a la imagen de una estrella de cine. Y ahí podría haber estado precisamente la magia que terminó catapultando a Un lugar llamado Notting Hill a la lista de clásicos románticos.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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