Wolverine fue el salvavidas de Hugh Jackman el día que las malas críticas tocaron a su puerta

NEW YORK - MAY 6: (US TABS OUT)    Actor Hugh Jackman attends MTV's TRL to promote his new movie
NEW YORK - MAY 6: (US TABS OUT) Actor Hugh Jackman attends MTV's TRL to promote his new movie "Van Helsing" at the MTV Times Square Studios, May 6, 2004 in New York City. (Photo by Scott Gries/Getty Images)

Hace tiempo que Hugh Jackman se ganó con creces el cariño del público a través de todo tipo de producciones. Sin embargo, por mucho que nos haya conquistado diversificando su talento entre producciones como El gran truco, Intriga o El gran showman, no podemos negar que, si ocupa un lugar privilegiado en el corazón de los espectadores, es gracias al mutante de las garras de adamantio.

Desde el día que apareció por primera vez como Wolverine en el año 2000, supimos que estábamos ante una nueva estrella del séptimo arte. Porque si bien X-Men presentaba al grupo de superhéroes de Marvel y contaba con varios protagonistas repartiéndose escenas estelares (desde Patrick Stewart a Ian McKellen, Halle Berry, James Marsden…), era el actor australiano el que se robaba toda la atención con presencia imponente y la interpretación de un héroe reacio, arisco, pero de corazón. De todos modos, por mucho que X-Men y su secuela tres años más tarde lo colocaran en el mapa hollywoodense, con portadas de revistas y el interés del público de su parte, nada pudo librarlo de probar las mieles del fracaso en su debut protagónico en el terreno blockbuster con Van Helsing. Sin embargo, por suerte, tenía al mutante como salvavidas personal para sacarlo a flote.

Para valorar el peso de Wolverine en esta anécdota debemos recordar que, a veces, Hollywood puede ser un negocio cruel con sus estrellas. Porque, así como un único éxito puede encumbrar a un actor o director hacia el estrellato internacional, un solo fracaso también puede suponer el fin de una carrera en pleno ascenso. Y existen varios ejemplos que lo demuestran: Hayden Christensen era uno de los jóvenes actores de moda a principio de los 2000s, pero su paso por la saga de Star Wars interpretando a un personaje tan icónico como Darth Vader lo encasilló negativamente sin retorno. O Alden Ehrenreich que alcanzó la cima cuando lo ficharon para interpretar al joven Han Solo en el spin-off de la misma saga galáctica, pero el proyecto se estrelló en el intento al igual que su ascenso. O Taylor Kitsch, que estaba destinado a la gloria internacional como héroe protagonista de John Carter pero, en cambio, los malos resultados (la película de Disney pasó a la historia como uno de los mayores fracasos del cine) lo bajó a la tierra relegándolo de nuevo a eterno secundario.

Y por ese precipicio caminó Hugh Jackman en 2004 cuando Van Helsing se estrelló con críticas negativas. Era su gran debut como protagonista de un blockbuster. Su primera apuesta en el cine comercial lejos de las garras mutantes que podía sentenciar su valía como héroe de acción.

Recuerdo cómo la expectación se sentía en el ambiente gracias a una buena campaña de marketing y el interés global de ver al actor de X-Men luciendo sus dotes para el género de acción. Era un hype similar al que más tarde transpiraron John Carter y Solo: Una historia de Star Wars. Sin embargo, Van Helsing fue un desastre calamitoso bañado en recepción negativa y burlona que la haría pasar al olvido instantáneamente.

Stephen Sommers, experto en el género monstruoso que previamente había dirigido La momia con Brendan Fraser y su secuela, se encargó de esta producción que reunía a monstruos de la casa -desde el Conde Drácula a Frankenstein, Mr. Hyde y hombres lobos- mientras Hugh Jackman interpretaba al legendario cazador que, en este caso, padecía amnesia y esperaba redimirse a través de sus cacerías con el propósito de recuperar la memoria.

Pero Van Helsing no fue la película de monstruos que esperábamos, sino una parodia disfrazada de acción que convertía a las criaturas en caricaturas pasajeras. Y entre una trama diseñada para el entretenimiento superficial, sin profundidad narrativa, clichés físicos y el abuso de efectos especiales que dejaban mucho que desear, la propuesta se hundió solita.

Porque si bien Van Helsing recaudó $300 millones en la taquilla global, no habrían sido cifras positivas para Universal después de haberse gastado $170 millones en producirla (Fuente: The-Numbers). Porque a estos cálculos faltarían sumar los gastos de distribución y marketing que, en el caso de blockbusteres de esta índole, pueden suponer costes elevados de ocho cifras o más. Lo que nos lleva a la conclusión de que, si hubo ganancia, no habrá sido lo suficientemente prometedora.

Nunca se supo a ciencia cierta cuánto ganó o perdió Universal con Van Helsing pero, teniendo en cuenta el destino de la producción, supongo que no fueron datos positivos. Sobre todo cuando observamos que Stephen Sommers había comenzado a desarrollar una serie/spin-off para la cadena NBC titulado Transylvania, pero nunca vio la luz después del estreno de la película.

En resumen, la mala recepción que tuvo Van Helsing con críticas negativas, tanto de especialistas como de público (obtuvo un desaprobado del 24% de la crítica y 57% de la audiencia en Rotten Tomatoes), y los resultados económicos que no habrían estado a la altura de la magnitud presupuestaria, sumado a la expectativa que rodeaba a Hugh Jackman en su debut protagónico a gran escala, resumen el recuerdo fracasado que tenemos de esta producción que causó más risa por su mala ejecución plagada de clichés y superficialidades olvidables, que terror o sorpresa alguna.

Sin embargo, mientras Taylor Kitsch volvió al terreno secundario después de protagonizar un batacazo millonario como John Carter (supuestamente costó $263 millones), al igual que muchos otros actores que vivieron la misma mala fortuna, Hugh Jackman tenía a Wolverine como salvavidas para salir a flote. Después de todo, no vamos a negar que si fuimos a ver Van Helsing en 2004 no fue tanto por la propuesta monstruosa, sino porque queríamos ver a la estrella de X-Men sacando a relucir sus dotes para el género de acción. El australiano ya nos había conquistado como el mutante solitario y fuimos motivados por Wolverine.

Y así, mientras Van Helsing no dejaba huella como tampoco lo hizo la absurda comedia romántica que Jackman protagonizó con Meg Ryan interpretando a un caballero del siglo XIX que se transportaba en el tiempo en Kate & Leopold (2001) -apenas recaudó $76 millones a nivel global-, Hugh Jackman lograba evitar que el fracaso le salpicara gracias a Wolverine. Porque dos años después de su intento monstruoso volvía con X-Men: La batalla final, sentenciando su rol heroico. Y si bien fue la entrega peor valorada de la trilogía original, consiguió encumbrar el cariño del público hacia el personaje dando lugar a la continuación en solitario que comenzó en 2009 con la primera película dirigida por Gavin Hood.

Y lo demás es historia. Hugh Jackman consiguió salir airoso sin dejar que el fracaso de Van Helsing lo arrastrara al abismo del olvido y gracias a un personaje con garras letales de las que colgarse con fuerza en el imaginario colectivo del mundo. En otras palabras, Wolverine fue el salvavidas que lo mantuvo a flote en medio de la mala racha, pudiendo seguir su andadura hollywoodense, interpretándolo en la saga mutante y por su cuenta en un total de nueve ocasiones. Y aunque había colgado las garras en 2017 con el magnífico desenlace que propuso Logan, actualmente prepara su regreso junto a Ryan Reynolds, siendo la gran sorpresa de Deadpool 3.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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