‘Atlas’ y el desconcierto de forzar la figura de Jennifer Lopez más de la cuenta
La nueva película de Jennifer Lopez sobre la Inteligencia Artificial ofrece una experiencia que te deja completamente desconcertado
Jennifer Lopez debería agradecer que la atención se haya posado en las reacciones a su respuesta cuando le preguntaron por los rumores de divorcio con Ben Affleck en la conferencia de prensa de Atlas celebrada en México, que en la calidad de su nueva película. Porque tras prestarle dos horas de mi vida descubrí que la actriz no parece encontrar su camino hacia los aplausos de la crítica en esta nueva faceta como estrella de plataformas streaming. Después de los palos obtenidos por la comedia romántica Bodas de plomo (44% en Rotten Tomatoes) de Amazon Prime Video y la cinta de acción vengativa, La madre (43%) de Netflix, ahora se pasa a la ciencia ficción con una producción tan desequilibrada que, al momento de escribir este artículo, acumula un desaprobado rotundo del 15%.
La cinta dirigida por Brad Peyton (Terremoto: La falla de San Andrés) aterrizó en Netflix el viernes 24 de mayo, ofreciendo una experiencia que te deja completamente desconcertado. Básicamente porque raras veces fuimos testigos de una producción donde se cede tanto el foco de atención en el protagonista que se termina sacrificando la construcción narrativa, el propósito de la idea y hasta la calidad visual. Y Atlas lo hace constantemente con el único esmero de permitir el lucimiento de su estrella y productora, Jennifer Lopez. ¿El problema? Que por mucho que la actriz se esfuerce como heroína de acción y se entregue de lleno en las escenas emocionales, la desconexión es tan abismal que todo el producto cae en el bodrio absoluto.
El gran problema de 'Atlas'
Atlas arranca como una especie de propaganda contra el gran enemigo moderno de Hollywood, la IA (Inteligencia Artificial), a través de la historia de un robot que se rebela contra su creadora y la humanidad en general, comenzando una guerra contra las máquinas (esto ya lo vimos antes). Este robot, llamado Harlan (interpretado por Simu Liu, más conocido como el Barbie asiático junto a Ryan Gosling), lidera la rebelión pero tras ser derrotado consigue abandonar el planeta, huyendo hacia otros confines del universo.
28 años después, Harlan todavía no ha sido encontrado a pesar de los esfuerzos de Atlas Shepherd (Jennifer López), una brillante analista antiterrorista. Atlas es la hija de la visionaria científica que creó al robot y el resto de su especie. Se presenta como una mujer solitaria, que no confía en la IA (aunque vive dependiente de ella, limpiando su apartamento, haciéndole el café o jugando con ella al ajedrez) y su único propósito es encontrar a Harlan. La oportunidad se presenta cuando uno de sus socios robóticos es capturado y logran localizar al villano. En ese momento, Atlas demanda acompañar a la misión galáctica y arrestarlo, adentrándose en terreno enemigo y debiendo confiar en su armadura robótica (llamado Smith): una especie de robot similar a los que vimos en Pacific Rim que necesita “conectar” neurológicamente con ella para poder actuar juntos en plena batalla.
Sin embargo, en lugar de ofrecer un disfrute para los amantes de la ciencia ficción, la película se termina convirtiendo en un producto incómodo que se apoya tanto en el estrellato de su protagonista que no logra igualarlo ni estar a la altura.
A lo largo de dos horas, las cámaras de Atlas se posan sobre el rostro de Jennifer Lopez más de lo necesario, dándole un protagonismo absoluto que se apoya en sus esfuerzos dramáticos y emocionales, siendo una mujer que arrastra sus propios traumas desde la infancia. Sin embargo, entre medias, nos encontramos con una producción que agrupa clichés de la ciencia ficción sin aparente noción de cómo agruparlos para conformar una narrativa coherente y fluida.
Y es una pena porque en estos momentos de interés internacional en torno a la Inteligencia Artificial podrían haber desarrollado una producción con una profundidad narrativa que hiciera eco al dilema, la dependencia humana en la tecnología y el control robótico con los conocimientos que la humanidad cede a la IA (el típico apocalipsis deTerminator), en lugar de forzar el trauma infantil como circuito dramático para una historia que no lo necesita. En consecuencia, los elementos de ciencia ficción se sienten banales, carentes de originalidad y repetitivos, mientras los efectos especiales nos desconectan más todavía ante el abuso del CGI.
Sin embargo, resulta evidente que se trata de una vía elegida para ceder a Jennifer Lopez su lucimiento como actriz. A lo largo del segundo y tercer acto, la estrella de Nueva York se pasa gran parte de la historia dentro de Smith, haciendo que los planos se enfoquen en su rostro, sus reacciones emocionales y los desencadenantes del trauma mientras las lágrimas le llenan los ojos y le tiembla el rostro. El problema es que, dentro de esta narrativa de ciencia ficción donde se entremezclan tantos elementos al mismo tiempo, resulta sobrante, forzado e innecesario reflejando las carencias de Atlas más todavía.
Al final, mientras más se apoyan en el poderío de estrella de Jennifer Lopez, más dejan en evidencia que el resto del proyecto no está a la altura.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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