Cómo hablarle a tu hijo acerca de las armas
Son decenas de inocentes que mueren por un loco que sale a matar a mansalva. ¿Con cuántas tristes historias de estas cuenta ya los Estados Unidos? La masacre de 1999, en una escuela secundaria del condado de Jefferson; la del estreno de la película de Batman, a mitad del año pasado en Denver, Colorado; la de Connecticut, Newton, del último diciembre, en la que el joven Adam Lanza le quitó la vida a varios niños, o la de Jared Laughner en el discurso de la congresista, en la que mataron a sangre fría a 6 personas, entre ellas a una pequeña de 9 años. Y así podríamos seguir… Son tantas, que sería bueno reflexionar acerca de por qué se terminan desencadenando este tipo de tragedias. ¿Es un problema cultural? No creo que a esta altura alguien piense que son de pura casualidad.
¿Qué mensaje les damos a los chicos? ¿Qué les estamos enseñando acerca de cómo protegernos y cuidarnos? La niñez es el momento en que se forma la personalidad. Los chicos absorben todas las costumbres, la información, las tradiciones familiares y sociales, están formando sus cabecitas, Por eso es importante que los adultos nos planteemos cómo hacer para que crezcan en un mundo menos violento.
Darío Kosovsky, es miembro fundador de la Red Argentina por el Desarme y forma parte de la comisión directiva del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia (Ilsed). Él nos ayuda a entender cómo funciona la sociedad y desde dónde podríamos generar un cambio, un tema que se puede empezar a gestar, incluso, con los chicos.
¿Es cierto que a las armas las carga el diablo?
“No, la verdad es que la responsabilidad la tienen los estados. Depende de la tradición, de los regímenes y de la política que tiene cada nación. Por eso digo que a las armas las carga el estado y no cada individuo. Los Estados Unidos, por ejemplo, tiene un modelo ciudadano sheriff, en el cual la tenencia de armas es un derecho constitucional de los individuos. Tienen una tradición que viene de muy lejos, desde la independencia del país, cuando la posesión se convierte en un derecho consagrado. Allí se incentiva la autogestión de la conflictividad, lo que genera varias muertes.
En la Argentina, así como en otros países europeos o latinoamericanos, es diferente; porque tienen un modelo de Administratium céntrico. Es el Estado el encargado de hacer justicia o de velar por la seguridad del pueblo. Acá, la tenencia de armas es un privilegio y no un derecho. Son excepcionales los casos en los que los individuos tienen la posibilidad de portar una. El mensaje es el del desarme social”.
De todos modos, ahora el presidente Obama está haciendo algunos cambios…
“Sí, se está intentando cambiar a través de las leyes, pero creo que no son tan drásticos. Lo que pasa es que también es respetable que la ley no vaya sobre la cultura. Porque allí está bien visto llevar un arma ante el delito o la amenaza. Esta política, a la vez, responde a una demanda social. Sin embargo, estadísticamente la mayoría de las muertes que se concretan con armas de fuego no matan a delincuentes”.
¿Tiene que ver la política de estado con estos asesinos masivos, que generalmente son jóvenes? ¿De qué manera?
“También está ligado a un aspecto generacional y a la extrema desigualdad social. Estos chicos que aparentemente son ignorados por la sociedad, son invisibles… con un arma en la mano se hacen ver. Una pistola te permite alzar la voz. Si antes no eras nadie, pasas a ser alguien a quien le prestan atención. Por otra parte, es un objeto fálico, tiene que ver también con una cuestión machista, de poder. Un arma te da hombría, te jerarquiza. Son chicos que se hacen ver a través de la violencia”.
¿Habría que prohibir los juegos o juguetes violentos? ¿Es una mala influencia?
“La prohibición es la peor de las políticas. Porque genera mayor interés. No está mal que los chicos vean una película violenta; siempre y cuando los adultos podamos proveerlos de otras posibilidades también. Entretenerlos con otras herramientas que no generen violencia. La idea no es cerrar sino abrir”.
¿Cuáles son los conceptos básicos que los padres deberíamos enseñarles a los chicos respecto de las armas?
“Como papá, te puedo decir lo que le digo a mi hija de 4 años cuando juega a que tiene una pistola: ‘Eso que haces con la mano representa un arma y las armas hacen llorar a la gente porque matan. Lo único que genera la muerte en las personas es tristeza”.
¿Qué mensaje le daría a un papá que guarda una pistola en su casa?
“No me gusta dar recetas. Yo pretendo una sociedad menos violenta que pueda reflexionar por las vías pacíficas. Las estadísticas dicen que cuando tienes un arma en casa, es más probable que termine siendo usada para matar a un familiar o a un conocido que para defenderse de un delito. Pero es difícil discutir emociones porque muchas veces aducen que las llevan por miedo a los delincuentes. Por eso digo que el estado debería ser el encargado de dar esos mensajes, explicando el riesgo que trae un arma en casa. Tiene que ser un gesto de las políticas públicas”.
¿Tendría que tratarse el tema de las armas en las escuelas? ¿De qué forma?
“Inevitablemente el tema está instalado en las escuelas, a través de lo que ven los chicos en televisión, en las películas, en los juegos. Estos temas deberían tratarse permanentemente. En la primaria, por ejemplo, armando canjes de juguetes bélicos por otros más sanos, explicando que una pelota es más divertida. Esto mismo genera debates en las familias, cuando los padres ven a su hijo llevar su juguete para traer otro, les preguntan qué es lo que está haciendo.
Y en la escuela secundaria se pueden hacer ciclos de cine que impulsen al debate. Por ejemplo, con películas como Bowling for Columbine o Dear Wendy. Además, los chicos pueden convertirse en actores que promuevan factores de paz. Me parece que lo más interesante no es que la institución baje una posición estricta, sino que los lleve a debatir, a decir lo que piensa cada uno”.
¿Cree que deberían eliminarse las armas completamente o tienen alguna función útil en el mundo?
“Sería deseable que no existieran, porque introducen un riesgo y ningún beneficio. La función de las armas es matar. Y eso es lo que hacen, matan. Pero para entenderlo debería existir un proceso social de muchos años, en los que se construya la idea de que las armas no sirven. Imponerlo por ley no tiene sentido. Sería bueno usar la autoridad del estado para generar mensajes que apunten a las causas estructurales de por qué se usa un arma, así como habría que cambiar las caras de la desigualdad social”.
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