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Cuando Cleopatra abrió las puertas de Hollywood a una actriz latina (y no hubo polémica)

LOS ANGELES, CALIFORNIA - NOVEMBER 03: Leonor Varela attends the World Premiere of Netflix's
LOS ANGELES, CALIFORNIA - NOVEMBER 03: Leonor Varela attends the World Premiere of Netflix's "Red Notice" at L.A. LIVE on November 03, 2021 in Los Angeles, California. (Photo by Axelle/Bauer-Griffin/FilmMagic)

La lucha por la diversidad en la representación racial ha llegado hasta los tiempos de Cleopatra. Porque después del debate incitado por la elección de una actriz negra para el papel de La Sirenita y la nueva Campanita de Disney, Netflix se suma a la polémica representando a la reina de Egipto como una mujer negra en el tráiler de Queen Cleopatra. Una representación que contradice el concepto mayoritario que la historia tiene de ella, pero también el legado cinematográfico de mujer blanca que sellaron Viven Leigh (1945) o Elizabeth Taylor (1963) o Monica Bellucci (2002). Sin embargo, mientras me hacía eco de la noticia comencé a preguntarme si el mundo tal vez no recuerda que la reina del Nilo fue interpretada en Hollywood por una actriz chilena, de rasgos evidentemente latinos y con marcado acento hispano, a finales de los 90.

Les hablo de Leonor Varela, una actriz nacida en Santiago de Chile en 1972 que estudió en París cuando sus padres, un reconocido biólogo y una masajista, tuvieron que huir a raíz del golpe militar de 1973. Inició su carrera en 1995 a través de películas europeas pequeñas y gracias a la recomendación que su dentista le hizo a un amigo director, para más tarde trabajar en Chile en la telenovela Tic Tac. Pero entonces Hollywood tocó a su puerta. Primero con un papel minúsculo en El hombre de la máscara de hierro (1998) y, a continuación, con una oportunidad de oro.

Tenía 27 años y había conseguido el papel protagonista de una miniserie de la cadena ABC. Se trataba de Cleopatra, una obra basada en la magnífica novela histórica de Margaret George -que recreaba las memorias de la reina desde un relato de ficción- y en donde Timothy Dalton daba vida a Julio César y Billy Zane a Marco Antonio (poco después de convertirse en el villano más popular del final de la década como el prometido de Rose en Titanic). El director había pasado unos cuatro meses buscando a la actriz perfecta y el día que vio a Leonor supo que la había encontrado. Según contó la intérprete de 50 años en el programa chileno Pero con respeto, el día del casting sacó toda su furia y energía, arrebatándole el papel a la otra actriz que competía con ella.

Era una producción a gran escala de 30 millones de dólares (Rec Online) que plasmaba toda la historia del personaje, desde su infancia, la rivalidad con sus hermanos y el ascenso al poder, así como las leyendas en torno a la conquista del emperador romano, su personalidad ferozmente independiente y deseos de independizar a Egipto como potencia global.

La verdad es que no era una película a la que pudiéramos pedirle fidelidad histórica pero, en líneas generales, era todo un espectáculo televisivo que funcionaba por su atractiva fluidez narrativa y la seductora interpretación de Leonor Varela. Duraba casi tres horas, sin embargo, a pesar de su larga duración era más amena que la legendaria versión de Elizabeth Taylor. Al menos, en mi humilde opinión.

Leonor Varela interpretó a una Cleopatra apasionada y arrebatadoramente rebelde que tenía muy claro el legado que quería dejar en Egipto. Y si bien llamó la atención de Hollywood enseguida con papeles secundarios en El sastre de Panamá (2001) o Blade II (2002), se topó de frente con la realidad más oscura del negocio.

Porque según reveló al diario chileno La Segunda durante el auge del movimiento #MeToo, también fue víctima del acoso sexual durante la época de Cleopatra. “Cuando llegué a EE.UU. con ‘Cleopatra’ yo estaba en un póster sensual en todas las paradas y sé que Weinstein tomó el teléfono y llamó a mi agente. Me dieron cuatro películas solamente por verme en ese póster, sin conocerme”, declaró al recordar sus inicios en Hollywood y el aparente interés del infame productor Harvey Weinstein.

Sin embargo, solo rodó una película de las cuatro estipuladas por contrato -Texas Ranger (2001)- porque no se sentía cómoda y, como consecuencia, no volvieron a contratarla para terminar el acuerdo. “Para mí esa forma de trabajo no es extraña, y he pagado el precio por no ser parte de esta dinámica” añadió. Y así comenzó a “afearse” a propósito como hizo Natalie Portman, para evitar que la buscaran como objeto sexual o ser víctima de depredadores sexuales. “Mis primeros papeles después de ‘Cleopatra’ fueron cosas que hice para afearme. Cuando Playboy me ofreció un montón de plata para tenerme en su portada les dije que no. Todo lo que me llevaba a ser objeto sexual para mí era algo negativo. Escogí no exponerme a estas situaciones, y aun así tuve experiencias muy violentas” dijo en la entrevista de hace 5 años.

Tuve que agacharme y salir corriendo. Literalmente, porque se te echan encima y tienes que correr a la puerta y salir del lugar” sentenció sobre sus experiencias frente al acoso vivido en Hollywood. Mientras también decía que no quería entrar en detalles pero que estaba “decidiendo cómo y cuándo” contar su experiencia y exponer a un acosador (Biochile).

La miniserie de Cleopatra no pasó desapercibida, estrenándose primero en el canal estadounidense ABC y recibiendo una nominación a mejor dirección de arte en los Emmy de 1999. Y, como reveló la actriz, la colocó en la mira de productores de Hollywood. A título personal, todavía recuerdo cómo la repetían constantemente en la programación de Hallmark a comienzos del nuevo siglo hasta el punto de convertirse en uno de mis placeres culpables del año 2000. Fue la película que despertó una mini obsesión por conocer más de la historia de la reina y leer la novela de Margaret George.

Y aunque el camino de Leonor en Hollywood comenzó por uno de los pasillos más oscuros de su historia, Cleopatra fue un trampolín importante en su carrera, mientras mantenía una relación con Billy Zane que los llevó a desfilar por varias alfombras rojas por aquel entonces (estuvieron comprometidos hasta 2001). Fue un proyecto que protagonizó en una época en donde las sensibilidades raciales no estaban a flor de piel como ahora. Porque siendo chilena, con acento hispano más que evidente y un color de piel que no podríamos definir con la misma blancura que las actrices previas, su elección ni causó polémica ni conmoción alguna.

Ahora, 24 años después de aquella producción, el avance de la serie documental de Netflix producida por Jada Pinkett Smith lleva varios días caldeando el ambiente. El tráiler ha sido tan criticado que Netflix desactivó los comentarios en YouTube. Ni siquiera podemos ver cuántos ‘No me gusta’ habría recibido.

Y es que la elección de la actriz negra Adele James en el papel de la reina de Egipto provocó el debate entre usuarios pero también historiadores, despertando quejas, críticas y hasta una denuncia de un abogado ante las autoridades egipcias por pretender "distorsionar y borrar la identidad egipcia". Mientras que el egiptólogo Zahi Hawass insiste que Cleopatra “no era negra sino de origen macedonio”, como dijo a El Independiente.

Lo cierto es que se desconoce la identidad o raza de la madre de Cleopatra, siendo un tema de discusión y controversia en torno al posible color de la reina. Sin embargo, en líneas generales, parece existir un consenso que desbanca la teoría que pretende plasmar la serie de Netflix. “Si observas las estatuas de Cleopatra o las monedas que llevan su rostro e incluso su escena en el templo de Dendera en el sur, ninguna contiene rasgos africanos”, explicaba el ex ministro de antigüedades de Egipto.

Por su parte, Leonor Varela continuó con su carrera en producciones de corte más independiente, tanto en EE.UU. como en Chile. Actualmente reside en Los Angeles con su familia y ha escrito un libro titulado Ir al cielo y volver: Mi camino con Matteo, donde relata su experiencia tras perder a su hijo en 2018 por una leucodistrofia tipo AGS que le diagnosticaron a los cuatro meses de vida.

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