'Cuiden a Maya': el veredicto millonario que refleja las emociones que nos provocó el documental de Netflix
La protagonista del documental gana la demanda contra el hospital que la separó de sus padres, desatando un calvario familiar que derivó en el suicidio de su madre
Netflix nos estremeció el pasado mes de junio con Cuiden a Maya, un documental arrollador que contaba la trágica historia de Maya Kowalski y su familia. Una niña de Florida que fue separada de sus padres en 2016 cuando el Johns Hopkins All Children's Hospital acusó a sus progenitores de negligencia e inventarse sus síntomas. Maya pasó tres meses sola y aislada de su familia cuando apenas tenía 10 años, mientras su madre, Beata Kowalski, sufría la imposición de estar apartada completamente de ella, derivando en su suicidio. Ahora, siete años después, un jurado le dio la razón a Maya y su familia, ganando una demanda de $211 millones contra el hospital y con un veredicto que incluso culpa a la institución como responsable de la muerte de la madre.
El jurado, compuesto por cuatro mujeres y dos hombres, decidió a favor de los Kowalski en todos los puntos de la demanda, concluyendo que la angustia emocional causada a Beata, tras haberle prohibido ver a su hija durante esos tres meses, la llevó al suicidio en 2017. Mientras que también encontraron al hospital infantil responsable del encarcelamiento falso de Maya, de colocarla en una habitación equipada con videovigilancia durante 48 horas, desnudarla hasta quedarse en pantalones cortos y sujetador deportivo, de fotografiarla sin permiso de sus padres ni de un tribunal, de facturación fraudulenta e infligir intencionalmente angustia emocional a la niña.
La familia argumentó que la madre cayó en depresión y finalmente se ahorcó en el garaje familiar, pero que el hospital había negado con vehemencia que su decisión fuera responsable o abusaran de Maya. Esto es algo que explica detalladamente el documental de Netflix a través de los registros guardados por Beata y los audios grabados de sus llamadas al hospital, que reflejan la desesperación de una madre desconsolada ante la separación forzada y el trato que recibía por parte del hospital a la hora de tratar, cuidar y contactar a su hija pequeña.
En otras palabras, con su decisión, el jurado refleja las mismas emociones de compasión y desesperación que nos provocó el documental de Netflix ante la historia de una niña que llegó al hospital con dolor, para de repente ser separada de sus padres y nunca jamás volver a ver a su madre.
Maya Kowalski Bawls Uncontrollably as Jury Returns Verdict Against Florida Hospital pic.twitter.com/Y8yIAuQVOD
— Law&Crime Network (@LawCrimeNetwork) November 9, 2023
LA PESADILLA DE LOS KOWALSKI
Cuando esta familia de Florida decidió llevar a su hija a la sala de urgencias de un hospital, jamás imaginó que ese día comenzaría su peor pesadilla. Porque fueron en busca de ayuda ante los fuertes dolores que sufría Maya en 2016, como haría cualquier padre en su lugar, pero se encontraron ante una situación inesperada y desesperante que los destrozaría para siempre. Lo que vendría a ser una auténtica pesadilla.
Esta es la historia que cuenta Cuiden a Maya, el documental de Netflix que nos cautivó a muchos espectadores por su capacidad de emocionar, enojarnos de rabia y rompernos el alma. Todo al mismo tiempo. Porque si bien la historia no estaba resuelta a nivel judicial al momento del estreno el pasado 19 de junio, era imposible no ejercitar la empatía y compadecerse de esta familia ante el horror que aseguraban haber vivido bajo el poder absoluto de la industria médica en EE. UU.
Porque el viaje médico de los Kowalski terminaría llevándolos por un abismo sin fondo en donde perdieron la custodia de la niña, acusaron a la madre -una enfermera llamada Beata- de enfermarla a propósito y las separaron durante meses excluyéndola de la toma de decisiones en torno a la salud de su hija cuando ellos ya tenían un diagnóstico y tratamiento para su condición. La situación fue tan desesperante para Beata que lamentablemente tomó la triste decisión de quitarse la vida.
Así lo cuentan los propios protagonistas, intercalando audios y videos del pasado con entrevistas actuales del padre, el otro hijo de la pareja, Kyle, y la propia Maya. Ya una adolescente. Y lo hacen a través de lágrimas, rabia contenida, o desatada según la ocasión, mientras relatan cómo todo se derrumbó al ser forzados dentro de un sistema que tomó el control completo de su dinámica familiar.
¿QUÉ LE PASÓ A MAYA?
Los Kowalski ya habían sufrido lo suficiente cuando tuvieron que llevar a Maya al hospital. Desde pequeña había comenzado a sufrir migrañas, dolores físicos y lesiones mientras los pies se le torcían hacia adentro sin poder caminar. Vieron a muchos médicos y no terminaban de encontrar el problema. Algunos hablaban de ansiedad pero ni su madre o su padre Jack, un bombero retirado, estaban convencidos. Sabían que Maya estaba viviendo algo que solo empeoraba y tenían que buscar respuestas a toda costa. Beata se encargó de ello, investigando en internet hasta dar con un especialista en una condición conocida como CRPS (síndrome de dolor regional complejo). Según Mayo Clinic, se trata de “una forma de dolor crónico que usualmente afecta al brazo o la pierna” y que “típicamente se desarrolla después de un lesión, cirugía, derrame o ataque al corazón”.
Según explica el Dr. Kirkpatrick en el documental, el mismo que diagnosticó a Maya, el dolor se intensifica con el tiempo. “Los pacientes lo describen primeramente como una sensación de quemazón, como si la piel se volviera extremadamente sensible al tacto ligero”. El mismo doctor asegura haber tratado a “más de 3.000 pacientes” con esta condición y estaba convencido de que Maya presentaba un caso avanzado que requería de un tratamiento intenso. Y así fue.
Porque, al parecer, la única opción disponible era un tratamiento extremo que suponía inducirla en un coma con ketamina que solamente se practicaba en México. Y, como relataban en el documental a través de testimonios e imágenes, había funcionado. Maya volvió a caminar poco a poco con dosis de ketamina y terapia ocupacional. Hasta que en octubre de 2016 recayó con fuertes dolores estomacales.
Jack enseguida la llevó a la sala de emergencias del Johns Hopkins All Children's Hospital en la región de Tampa, sin embargo, cuando Beata llegó (estaba trabajando) se encontró con una situación inesperada para cualquier padre. Los médicos aparentemente no estaban familiarizados con la rara condición diagnosticada o no estaban a favor del tratamiento recetado al tratarse de una dosis que consideraban muy alta. Y comenzaron a hacer preguntas mientras Beata reaccionaba a la defensiva al ver que su hija sufría de dolor y el hospital no atendía a sus explicaciones. Al contrario, la acusaron de abuso infantil, sugiriendo ‘Síndrome de Munchausen por poderes’ o ‘facticio impuesto a otro’.
Durante el visionado de Cuiden a Maya, resulta impactante ver cómo los médicos y trabajadores sociales implicados se mantienen firmes en la acusación contra Beata en sus deposiciones. Criticando su actitud demandante cuando es fácil comprender su desesperación de madre al ver que su hija sufría, su condición empeoraba y, encima, la alejaban de ella.
Según la familia protagonista, la doctora que investigaba casos de abusos, Sally Smith (que trabajaba para Suncoast Center, una compañía contratada por el Condado de Pinellas para su sistema privatizado de control infantil), apenas los entrevistó durante “diez minutos”, cuestionando las dosis de ketamina que le daban a la niña, a pesar de explicarle que se trataba del tratamiento recetado por otro doctor. Y poco después de salir de la habitación le dijeron a los padres que debían marcharse. Que la niña quedaba bajo custodia estatal. “La acusaron de sobremedicar a Maya”, explica Jack sobre lo vivido por su esposa. “Y pensaban que Maya estaba fingiendo el síndrome”.
La abogada que contrataron, Debra Salisbury, detalla cómo la actitud desesperante y directa de Beata habría “ofendido” a algunos doctores. “Y así empezó el conflicto”, explica. Pero sea cual fuera el motivo, que es humanamente comprensible si Beata estaba siendo acusada injustamente, lo peor de la historia es que el problema escaló de forma inexplicable.
El propio Dr. Kirkpatrick explica que llamó a Sally Smith y le detalló su diagnóstico para zanjar el asunto, pero que la doctora ni siquiera lo incluyó en su informe. Incluso asegura haberle advertido de las catastróficas consecuencias que tendría sobre la salud de la niña y la familia. Pero Smith lo repasa como algo administrativo en su deposición. Y la furia del espectador se asienta en ese momento inevitablemente.
Beata no volvió a ver a la niña. Hablaba con Maya por teléfono bajo el estricto control de una asistente social. Y mientras tanto, su hija menor de edad estaba sola, aislada y sufriendo dolor. Al final, después de varios meses viviendo esta situación bajo el control del sistema y el hospital, la abogada de Beata pidió a un juez que al menos la dejara abrazarla. Pero se lo negaron. Y según su marido, fue la última gota que rebalsó su estado emocional: un mes después Beata se ahorcaba en el garaje de su casa, especificando su trauma sin retorno para ella en las cartas que envió al juez y dejó a su familia.
Tras su muerte, dejaron que Maya volviera con su padre, y según describen sus abogados en el documental, mientras se acusaba a Beata de forzar la enfermedad y a Maya de fingirla, el hospital estaba cobrando a la compañía aseguradora por un tratamiento para la misma enfermedad que cuestionaban.
Pero el horror continuó. Porque desde 2016 no habían visto señal de justicia mientras la batalla legal de los Kowalski contra el mismo hospital seguía esperando. Hasta ahora.
EL VEREDICTO QUE REFLEJA LAS EMOCIONES DEL DOCUMENTAL
Si bien la Dra. Smith y el Suncoast Center resolvieron su parte de la demanda con los Kowalski en diciembre de 2021, según se explica en el documental, la familia tuvo que esperar unos 2.530 días desde que Maya fue ingresada al hospital por primera vez, para exponer su historia ante un juez a través de la demanda al hospital.
Al final, fue gracias a la insistencia de Beata que pudieron presentar la demanda. Porque la madre llevó un detalle exhaustivo de cada llamada, email y comunicación con el hospital. “Queremos que la voz de Beata se escuche”, dijo Jack en el documental. “Y que la voz de Maya se escuche”. Y eso consiguieron. No solo con un documental que expone alto y claro su versión, compartiendo su dolor y haciéndonos partícipes al sentirnos identificados a través de la vulnerabilidad que nos une como pacientes del mundo, sino también con un jurado que les dio la razón y una compensación de $211 millones.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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