El dilema que 'Duna: Parte 2' y sus estrellas nos plantean a la hora de ir al cine

La esperada secuela es otro gran espectáculo cinematográfico pero se queda a medias en demasiadas vertientes

Timothée Chalamet como Paul Atreides en la adaptación de 'Duna' de Denis Villeneuve (Foto cortesía de Warner Bros. Pictures)
Timothée Chalamet como Paul Atreides en la adaptación de 'Duna' de Denis Villeneuve (Foto cortesía de Warner Bros. Pictures)

Todo eran buenas vibraciones en torno a Duna: Parte 2. Durante años, y tras fallidas adaptaciones como la de David Lynch en los '80, pareció una odisea imposible adentrarse en los confines de Arrakis y abarcar todo lo que la novela de Frank Herbert plasmó en sus páginas. Sin embargo, la película que Denis Villeneuve nos entregó en 2021 demostró con su reparto estelar, ritmo pausado, atención al detalle e inmersivo apartado cinematográfico, que con buenos ingredientes y la confianza de Hollywood para desarrollar un proyecto megalómano era una misión factible.

Su único inconveniente fue el dejarnos a medias, el centrarse en presentar todo el contexto del conflicto y cerrar la historia sin ningún tipo de clímax. Sumado a que en la campaña de marketing se ocultó la división del libro en dos películas, fue una decisión que seguramente impactó a más de un espectador, pero poco importaba si el díptico con la segunda película completaba el hueco con las mismas virtudes y cerraba por todo lo alto la adaptación de este clásico de la ciencia-ficción.

Las primeras reacciones de Duna: Parte 2, que ha obtenido una recepción crítica casi unánime que habla de una nueva obra magna del género, apuntaban en esta dirección. Lo ejemplifica su 96% de reseñas positivas en Rotten Tomatoes o su 79/100 en Metacritic. Sin embargo, aunque adoré muchísimo la primera entrega y soy consciente de que esta secuela vuelve a ofrecer un espectáculo de altura, me he encontrado ante un título que me ha dejado muy frío y, sobre todo, me ha planteado un dilema en torno a la ambición de estas producciones.

El problema tras Duna: Parte 2 es que me he vuelto a encontrar con otra película que nos deja a medias, que no cumple la promesa de un final por todo lo alto que nos auguraba su predecesora. Vuelve a tener grandes escenas de acción, el formato IMAX o la mezcla de sonido nos vuelve a suponer un viaje inmersivo a Arrakis y su reparto explosivo con estrellas como Timothée Chalamet, Zendaya, Rebecca Ferguson, Austin Butler, Florence Pugh o Javier Bardem es todo un deleite en pantalla. Pero el director Denis Villeneuve peca de ambicioso y pone demasiado foco en el futuro de la franquicia y su intención de expandir el universo de Arrakis, y no tanto en crear un producto que funcione por sí solo.

De cara a preparar el terreno para una supuesta adaptación de El mesías de Duna, el segundo libro de la saga y el cierre del arco principal de Paul Atreides, Duna: Parte 2, al igual que su predecesora, ha sido concebida como otra película de transición.

Básicamente, la sentí como un capítulo alargado de una serie de televisión con una narrativa torpe. Se presentan detalles que no desarrolla, se centra en personajes sin apenas relevancia o con estrellas que solo están de paso para sembrar el terreno de lo que vendrá. Los momentos clave se resuelven en un suspiro y no deja sensación de clímax.

El dilema en torno a Duna: Parte 2

Todo esto me choca valorando declaraciones recientes de Denis Villeneuve, en las que, de cara a promocionar el estreno, cargó contra Hollywood por equipararse cada vez más a la televisión y dejar de lado el espectáculo cinematográfico en favor de historias que no lucen en la gran pantalla. De hecho, el cineasta quitaba peso al texto y a los diálogos y defendía que lo que construye una gran película es el poder de la imagen y el sonido.

“Las películas se han visto corrompidas por la televisión”, afirmaba a The Times. “Siendo honesto, odio los diálogos. Los diálogos son para el teatro y la televisión, no recuerdo una película por una buena línea de guion, la recuerdo por su poder visual. No me interesan los diálogos para nada. La imagen pura y el sonido, ese es el poder del cine, pero no es algo obvio cuando ves películas hoy en día”.

Timothée Chalamet y Zendaya encabezan el reparto estelar de 'Dune: Parte 2', donde interpretan a Paul Atreides y Chani (Foto: Niko Tavernise/Warner Bros)
Timothée Chalamet y Zendaya encabezan el reparto estelar de 'Dune: Parte 2', donde interpretan a Paul Atreides y Chani (Foto: Niko Tavernise/Warner Bros)

Más allá del absurdo de criticar el formato televisivo cuando Duna no deja de ser un proyecto diseñado con su misma estructura serializada, estas palabras me plantean un dilema. Otras películas de Villeneuve, como el caso de la críptica y estimulante Enemigos idénticos con Jake Gyllenhaal, me conquistaron precisamente por el trabajo atmosférico de imágenes perturbadores y su banda de sonido. El argumento era casi indescifrable, pero me daba igual porque me mantuvo hipnotizado mirando la pantalla.

De hecho, podría aplicar lo mismo a la primera parte de Duna, que, pese a quedarse a medias en la adaptación de la novela de Frank Herbert y ser algo tosca en su ritmo y en la presentación del universo de Arrakis, supuso una experiencia cinematográfica tan vibrante que no dudo en calificarla como una de mis películas favoritas de los últimos años. No obstante, en su secuela he sentido lo contrario, que la potencia de sus imágenes, la grandilocuencia de sus escenas de acción, el carisma de su reparto o su inmersiva banda de sonido, no son suficientes para construir una gran película si no hay un buen desempeño en el guion.

Entonces, ¿justifica el espectáculo cinematográfico por sí solo el pagar una entrada de cine si eso obvia o pone en segundo plano aspectos fundamentales de una narración y nos deja con otra historia a medias? En mi opinión, creo que las declaraciones de Villeneuve, aparte de tirar piedras sobre su propio tejado, son innecesariamente genéricas, porque todo depende del tipo de película que tengas entre manos. La introducción del espectador en Arrakis en Duna: Parte 1 puede funcionar por su mero poder audiovisual, pero, llegados al tramo denso de la historia, es notorio que una adaptación de una novela tan compleja necesita de mucha más precisión argumental.

Mi conclusión es que Duna: Parte 2 es un gran espectáculo que merece ser disfrutado en la pantalla de cine más grande posible, pero como película se queda a medias en demasiadas vertientes, siendo un producto que no cumple expectativas de manera redonda.

Entiendo que muchos de sus problemas son causa de la dificultad de adaptar el libro, donde los acontecimientos ocurren tal y como Denis Villeneuve los cuenta y donde también se pone el foco en futuras entregas. Pero las cosas en el medio cinematográfico no funcionan igual que en papel y, tal vez, reorganizar algunos esquemas para que la cinta tenga autonomía propia y pueda cerrar por todo lo alto hubiera ayudado a un mejor desempeño.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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