El mundo fue injusto con Emma Watson pese al potencial que demostró
Llevamos desde 2019 sin ver a Emma Watson en un nuevo papel. Tras trabajar en Mujercitas de Greta Gerwig, no volvió a actuar en ninguna película o serie y, salvo apariciones esporádicas en eventos, apenas se la vimos en la vida pública. Ahora, con motivo de la salida al mercado de una marca de ginebra lanzada por su hermano, la actriz, que ejerce de accionista en esta empresa familiar, ha estado promocionando la bebida con entrevistas a medios en las que se ha abierto sobre su retiro del cine.
Watson, que dice que volverá a nuestras pantallas en 2024 con un proyecto aún sin anunciar, contó a Financial Times que “no estaba muy contenta” por cómo le iban las cosas en su carrera actoral. Señala que “se sentía un poco enjaulada” y destaca como principal razón de su retiro a lo mucho que le costaba “vender algo en lo que no tenía mucho control”, refiriéndose a todo lo que implican los tours promocionales donde ella debía cargar con las consecuencias de un proyecto.
“Era muy difícil tener que ser la cara y la voz de cosas en cuyo proceso no estaba involucrada. Me hacían responsable en cierto modo y eso me empezó a resultar frustrante, porque no tenía voz ni voto”, afirmaba Watson. “Comencé a darme cuenta de que solo quería ponerme delante de cosas en las que si alguien me criticara yo pudiera responder, que no me hiciera odiarme a mí misma, decir 'sí, la he liado, fue mi decisión, debería haberlo hecho mejor'".
Esta presión de que la habla la actriz, de cargar con críticas que ni siquiera le involucran a ella, me lleva a pensar en lo duros que hemos podido ser a la hora de valorar su carrera y proyectos. Desde luego, desligarse de un papel que interpretó media vida como Hermione Granger en Harry Potter y que industria y público la vieran con otros ojos no es fácil, y no hay más que ver las dificultades por las que también pasaron Daniel Radcliffe o Rupert Grint para encauzar su trayectoria. Pero no se puede negar que Watson ha dado lo mejor de sí misma, y con resultados muy buenos que no hemos sabido admirar.
No hay más que fijarse en sus primeros proyectos tras el final de Harry Potter, cuando acompañó a Michelle Williams, Eddie Redmayne o Kenneth Branagh en Mi semana con Marilyn o nos emocionó con Las ventajas de ser invisible junto a Logan Lerman y Ezra Miller. En la primera tenía un papel pequeño, pero recuerdo que lo interpretó con mucho encanto y carisma, mientras que en la segunda se marcó una actuación sobresaliente en todos los sentidos. La fuerza y sensibilidad que transmitía en su relación con el personaje de Lerman y el cariño que le ponía al papel se saldó con uno de sus mejores trabajos, y aunque la película dio que hablar y marcó a una generación de adolescentes, no pusimos demasiada atención en Watson.
En los años siguientes, cuando trabajó en las altas esferas de Hollywood con Ladrones de la fama de Sofía Coppola o Noé de Darren Aronofsky, tuvo la mala suerte de encontrarse con películas divisivas. Pero que no se diga que ella no dio lo mejor de sí misma. La cinta de Coppola, que giraba en torno a un caso real de jóvenes que robaron casas de celebrities en Los Ángeles, tenía tics con los que no eran sencillos conectar, lo que incluía al personaje de Watson, pero ella estuvo soberbia en recrear la evolución de la normalidad adolescente a caer en la obsesión cleptómana y de altos lujos. Y en Noé, con un director tan solvente de actores como es Aronofsky, no le fue difícil construir un rol cargado de matices en esa épica bíblica no exenta de las habituales obsesiones del director.
Sin embargo, Watson terminó yendo a buscar suerte en Europa, donde trabajó en la cinta alemana Colonia o en la española Regresión, del oscarizado director Alejandro Amenábar, responsable de Los otros o Mar adentro. La primera no he tenido ocasión de verla, mientras que en la segunda se chocó con un thriller arquetípico en el que nada funcionaba y en el que pese a ser la coprotagonista ni siquiera tenía presencia en pantalla. Esta vez, ni crítica ni taquilla respondieron, y si le sumamos que a continuación volvió a Hollywood con un remake tan insípido como La bella y la bestia de Disney o un thriller tan poco funcional como El círculo con Tom Hanks fue difícil ver su carrera con buenos ojos.
Pienso que esto influyó en la recepción de su trabajo en Mujercitas, cuando sus compañeras de reparto se ganaron la fascinación de la crítica y fueron nominadas a galardones como los Óscar y pocos tuvieron palabras de admiración hacia Watson, que casi fue tratada como la oveja negra del reparto. Bajo mi opinión, su interpretación del personaje de Meg March estuvo tan a la altura como la de Saoirse Ronan o Florence Pugh, y me resultó verdaderamente sangrante que esto ocurriera.
Al final a Emma Watson no le falta razón en las reflexiones sobre su retiro. Siempre se han puesto los proyectos y sus implicaciones por encima de sus interpretaciones, poniéndola en la diana cuando las cosas no salían bien sin entrar a valorar que su trabajo, en la mayoría de ocasiones notable, puede no tener nada que ver con la calidad de la obra audiovisual donde la edición y decisiones de postproducción definen el resultado final. Y en última instancia, el mundo terminó siendo injusto con una trayectoria que merecía más reconocimiento por parte de industria, público y crítica. Esperemos que con su regreso las cosas giren hacia otra dirección.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VÍDEO
Daniel Radcliffe presume su nueva etapa como padre paseando por las calles de Nueva York
Una actriz de ‘Gremlins’ se salvó del abismo de Hollywood por perseguir un sueño
El éxito de 'Titanic' llevó a Kate Winslet por el camino más frío de la fama en Hollywood
Harry Potter y la oportunidad perdida tras el reboot que prepara Warner Bros.