Cómo empezó Máxima: la serie tiene a Delfina Chaves como su mejor carta de triunfo, pero está lejos de ser The Crown
En un momento del primer episodio de Máxima, la serie sobre el romance entre los ahora reyes de Países Bajos, Máxima Zorreguieta y Guillermo Alejandro de Orange, la joven economista argentina radicada en Nueva York le cuenta a sus padres que su nuevo novio no es el abogado que les había contado sino, literalmente, un príncipe que conoció en Sevilla. “¿Es Felipe?”, pregunta la madre emocionada (Valeria Alonso), un entusiasmo que decae visiblemente cuando su hija le explica que no, que no está saliendo con el entonces Príncipe de Asturias sino con Guillermo Alejandro “¿Quién?”, reacciona desconcertada la mamá de quien se convertiría luego en una de las integrantes más populares de la nobleza europea y amiga de Felipe VI.
La escena, interpretada en castellano, le aporta humor a la serie de seis episodios (ya tiene segunda temporada confirmada), basada en el libro Máxima Zorreguieta. Madre patria de Marcia Luyten que protagoniza Delfina Chaves. Desde los títulos, el programa grabado entre España y los Países Bajos advierte que lo que se está a punto de ver está “inspirado en hechos reales mezclados con dramatizaciones y ficción”. Es decir, no todo lo que se muestra de la relación entre Máxima y su príncipe, interpretado por el actor neerlandés Martijn Lakemeier. ocurrió en realidad, pero toda licencia creativa que se hayan tomado los productores está lo más cerca que se pueda imaginar de los hechos.
La estrategia narrativa funciona: los espectadores acostumbrados a recorrer esa borrosa línea entre realidad y ficción se sentirán cómodos con lo que se ve en pantalla. Acaso sea resultado de haber visto y disfrutado de esa ambigüedad en las seis temporadas de The Crown. Que no fue un problema para el público pero sí para los guardianes de los secretos de la corona británica, que exigieron a los productores de la serie de Netflix una leyenda similar a la que aparece al comienzo de Máxima.
Hasta allí llegan las comparaciones entre aquel ciclo y esta serie disponible en Max. Más allá de sus costados telenovelescos, la ficción ganadora de 21 premios Emmy contaba con una ventaja que Máxima no tiene: un guionista excepcional, Peter Morgan, quien se encargó de hacer de la ficción histórica mucho más que un cuento de hadas con ribetes melodramáticos. Al menos eso es lo que se desprende del primer episodio de Máxima, el único disponible hasta ahora en la Argentina, y el único al que tuvo acceso la prensa antes del estreno.
Desde la primera escena, que muestra el enojo de Zorreguieta cuando se entera de que su padre no podrá asistir a su boda con Guillermo Alejandro, queda claro cuál será el conflicto central de la temporada, que luego va hacia atrás para seguir cronológicamente el desarrollo de la relación entre ambos. Con una puesta en escena convencional y un guion que podría ser el de cualquier comedia romántica del montón, lo mejor de la serie es la evidente química entre sus protagonistas y especialmente la interpretación de Chaves, que consigue transmitir la personalidad y las diferentes facetas de su personaje con una soltura notable. Especialmente porque el 90 por ciento de sus diálogos son en inglés, con algunas pizcas de porteño que aparecen en los momentos indicados. La argentinidad del personaje y su entorno evita las generalidades y estereotipos para concentrarse en las particularidades de la familia que busca retratar.
Más cerca de las livianas películas que todas las Navidades se estrenan con sus cuentos sobre el enamoramiento de una plebeya y el príncipe europeo que no deberían amar que de los relatos históricos de mayor alcance dramático, Máxima, la serie, entretiene, que no es poco. Aunque tampoco demasiado.