La soledad de la actriz de 'Mi pobre angelito 2' mientras la película acompaña al mundo cada Navidad

Brenda Fricker dejó huella con uno de los personajes más emotivos del éxito de 1990

Brenda Fricker ganó el Óscar por 'Mi pie izquierdo' en 1990 y dos años después probaba el mundo de los blockbusteres como la señora de las palomas en 'Mi pobre angelito 2'. (Foto de John Barr/Liaison)
Brenda Fricker ganó el Óscar por 'Mi pie izquierdo' en 1990 y dos años después probaba el mundo de los blockbusteres como la señora de las palomas en 'Mi pobre angelito 2'. (Foto de John Barr/Liaison)

La Navidad no sería la misma sin un clásico cinematográfico reuniéndonos delante del televisor. En familia, amigos, pareja, solos… lo cierto es que ver una película navideña se ha convertido en una especie de tradición infalible en muchos hogares. Desde La vida de Brian a ¡Qué bello es vivir!, pasando por Gremlins, la saga de Mi pobre angelito o Duro de matar. Hay clásicos navideños para todos los gustos. Sin embargo, mientras estas películas nos acompañan aportando nostalgia, emoción, risas o alegría según la historia, una de sus actrices protagonistas pasa estas fechas en soledad.

Les hablo de Brenda Fricker, la actriz irlandesa que ganó el Óscar en 1990 por su emotiva interpretación en Mi pie izquierdo, que descubrió el mundo de los blockbusteres junto a Macaulay Culkin cuando dio vida a la señora de las palomas en Mi pobre angelito 2: perdido en Nueva York.

En aquel éxito de 1992 interpretaba a una indigente solitaria que temía abrir su corazón después de haberlo perdido todo por amor. Las palomas de Central Park se habían convertido en sus únicas amigas hasta que el pequeño Kevin llegaba a su vida, formando una amistad que los salvaba mutuamente. Al niño a través de su ayuda para escapar de los ladrones que vuelven al acecho (Joe Pesci y Daniel Stern), y a la señora de las palomas con una amistad que la motivaba a confiar de nuevo.

A pesar de los fallos de la secuela, el sentimentalismo forzado y las dosis de violencia que desencajaban con el tono de comedia familiar, Brenda Fricker nos conquistaba con una interpretación tan honesta y emotiva que era imposible no derramar alguna lágrima por ella. Y si bien Mi pobre angelito 2 no obtuvo buenas críticas, fue igualmente un éxito de taquilla ($359 millones), sumándose a su predecesora en el catálogo de películas navideñas. Sin embargo, mientras la secuela lleva más de 30 años haciéndonos compañía cada Navidad, la actriz vive una realidad opuesta en completa soledad.

NAVIDADES EN SOLEDAD

“Estaría mintiendo si dijera que serán unas Navidades lindas y felices… porque estoy vieja y vivo sola”, dijo en una entrevista de 2020 a The Ray D’Arcy Show (vía People). La actriz, que a los 78 años todavía sigue apareciendo en cine y televisión de vez en cuando, añadió que hace tiempo que pasa las Navidades en soledad.

“Apago el teléfono y bajo las cortinas, grabo algunos programas buenos, tengo a mi perro y paso el día de esa manera”, continuaba. “No quiero sonar negativa pero es un tipo de Navidad diferente”. A su vez, la actriz ofrecía una cándida y honesta confesión al asegurar que lo pasaba peor en Nochevieja al escuchar las campanas de su iglesia a medianoche. “No hay nadie a quien abrazar o sonreír”, decía.

A continuación, el presentador de aquella entrevista mencionaba lo “irónico” de la situación, dado que muchas familias pueden estar viendo la secuela de Mi pobre angelito mientras ella está sola en casa. “Bueno, la señora de las palomas estaba muy sola”, comparaba.

ENTENDIENDO LA SOLEDAD DE BRENDA

Brenda Fricker no tuvo una vida fácil. En una entrevista de radio confesó que su madre solía pegarle hasta hacerlas sangrar. A ella y su hermana. “Lo hacía por debajo de las rodillas para que mi padre no lo viera cuando llevábamos medias altas”, dijo (vía Entertainment Daily). “Siempre estábamos sangrando”, sentenció mientras añadió que también habría sufrido abuso sexual en la infancia en manos de un amigo de la familia. “Lo que sea, me pasó a mí. Alguien fue a su casa y lo asustó muchísimo y eso fue suficiente para mí. Esa fue mi venganza”.

Brenda, que descubrió la actuación de casualidad a los 19 años y expandió su carrera entre el cine, teatro y televisión hasta convertirse en la primer mujer irlandesa en ganar un Óscar, contrajo matrimonio en 1979 con el director Barry Davies. No tuvieron hijos y, según la actriz, el alcoholismo de su marido derivó en divorcio once años más tarde, aunque el papeleo no los distanció. Según Brenda, estaban “locamente enamorados” y siguieron juntos a pesar de todo.

Sin embargo, Davies falleció en 1990 tras caer por unas escaleras, alargando este camino de soledad que ha marcado la vida de la actriz.

Brenda Fricker y Barrie Davies se divorciaron en 1988 pero siguieron juntos a pesar de todo, como muestra esta fotografía siendo su compañero en la ceremonis de los Óscar en 1990. (Foto de Ron Galella, Ltd./Ron Galella Collection via Getty Images)
Brenda Fricker y Barrie Davies se divorciaron en 1988 pero siguieron juntos a pesar de todo, como muestra esta fotografía siendo su compañero en la ceremonis de los Óscar en 1990. (Foto de Ron Galella, Ltd./Ron Galella Collection via Getty Images)

En un artículo que escribió para Belfast Telegraph en 2014, Brenda abrió su corazón al hablar de la soledad que arrastra la pérdida cuando fallece un “marido, padre, mejor amigo y hermana”.

“Sí, me siento sola. Sucede cuando llegas a mi edad. Comenzó cuando murió mi marido, luego mi padre. Poco después, mi mejor amigo falleció y luego otro gran amigo”, escribía. “Y entonces hace seis años, mi hermana murió y eso fue el final de mi familia. Ahora soy huérfana y eso acarrea una soledad horrible”.

Es más, por si esto fuera poco, Brenda nunca supo dónde enterraron a su marido porque, al momento de su fallecimiento, ella se encontraba filmando una serie en Australia y, como ya no estaban casados, su contrato no le permitía ausentarse (Independent). A todo esto se sumaba la depresión que la acecha desde hace varias décadas. Un tema tabú durante sus años de juventud.

UNA HISTORIA CON ESPERANZA DESPUÉS DE TODO

Pero no todo es tristeza. Brenda, que en un momento de su carrera llegó a generar una fortuna tan grande que se compró una mansión -pero la vendió porque le dio vergüenza-, aseguraba en 2014 que tiene un círculo de amigos a los que llamar. Aunque reconocía que su mejor manera de lidiar con los días malos era simplemente estando sola. Porque así podía concentrarse en enfrentar sus emociones.

A su vez, probó terapia con diferentes psiquiatras y toma medicación, aunque una técnica que le funcionó es una terapia alternativa que se basa en escuchar música de Mozart (Daily Mail). Se trata de una teoría del doctor Dr. Alfred A. Tomatis que se conoce como “Mozart Effect”. Este especialista afirmó en 1991 que la música de Mozart ayudaba a promover la curación y podía curar casos de depresión. Si bien se trata de una teoría controversial que podríamos colocar en el terreno de la pseudociencia, Brenda dijo en varias entrevistas que obtuvo resultados positivos.

Una de sus más recientes entrevistas fue en el programa irlandés The Tommy Tiernan Show en 2021, donde reiteraba que la soledad seguía formando parte de su existencia, “hablando a la pared, al perro, escribiendo poesía, leyendo libros y mirando televisión”. Sin embargo, a diferencia de la tristeza que contagia su historia, la actriz ofrecía una cara positiva a su relato, revelando que no se sentía al 100% pero que igualmente “estaba grandiosa”.

En resumen, la historia de Brenda Fricker nos habla de una soledad que puede ser inevitable cuando las circunstancias de la vida, la pérdida y el luto va encontrado su lugar con el paso de los años. Sin embargo, la actriz no está sola. Al menos en la distancia. Existen miles de personas que disfrutan de su compañía a través de la pantalla y gracias a un personaje que forma parte de las tradiciones navideñas del mundo entero.

La actriz reveló que muchas personas le escriben cartas porque se sienten identificados con su soledad. Y el mero hecho de sentir que su historia sirve para que otros se sientan acompañados, es suficiente para ella. “Orgullosa sería la palabra equivocada. Me emociona. Sé lo que dicen en sus cartas y sé lo que se sentía cuando era más joven y no había nadie con quien hablar. Estas personas que escriben suelen ser personas que no tienen a nadie”, escribía. "Todavía las recibo y eso es muy importante para mí", expresó en 2014.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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