'Los Fabelman' no exagera la anécdota más famosa de Steven Spielberg (aunque lo parezca)
Steven Spielberg abre su corazón con Los Fabelman, una película donde no solo se limita a darnos un homenaje precioso a su pasión por el cine. El director de Indiana Jones o Tiburón, a través de una visión dramática, agridulce y melancólica, también se adentra los pasajes más amargos de su vida, como bien es el caso del divorcio de sus padres o lo mucho que le afectó los cambios que su seno familiar experimentó a lo largo de los años. Pero, llegado el final de la cinta, hay un pasaje que, de cierta forma, choca en pantalla por un repentino cambio de tono que rompe con la narración que habíamos visto durante todo el metraje.
Hablo del famoso encuentro entre Spielberg y John Ford, el aclamado director de Hollywood responsable de obras cumbre del séptimo arte como La diligencia, Centauros del desierto o El hombre que mató a Liberty Valance, entre muchas otras. Se trata, posiblemente, de la anécdota más conocida de la carrera del cineasta, dado que él mismo la comentó varias veces, compartiendo la lección que Ford le dio sobre la composición de los fotogramas, lo extrañamente peculiar que fue esta reunión o lo mucho que le impactó este encuentro ocurrido en sus primeros años en la industria.
Por esta razón, el suceso no podía faltar en el homenaje que realiza al cine y a su vida en Los Fabelman, y lo hace poniendo a otra personalidad cumbre (y excéntrica) del cine como David Lynch, responsable de Twin Peaks, bajo la piel de John Ford y con una secuencia repleta de momentos fuera de norma que, como digo, chocan con el tono dramático y melancólico que la película venía construyendo.
En concreto, vemos que al personaje que representa a Spielberg, cuando trata de abrirse hueco en Hollywood y se encuentra visitando algunos estudios y productores, se le ofrece encontrarse con “el mejor director del mundo”. Es conducido a una sala donde le dicen que justo en ese momento ha salido a almorzar, y que podría tardar horas en volver. Pero el joven cineasta no duda en esperar. No nos dicen quien es el director, pero los pósteres que se ven en la estancia, los de películas como La diligencia, Qué verde era mi valle o El delator, nos lo dejan bien claro. Y, efectivamente, tras esa eterna espera, por la puerta entra un hombre con un parche en el ojo, fumando y repleto de marcas de pintalabios por todo su rostro y cuello que no podía ser otro que el mismísimo John Ford.
Con una actitud ruda e incluso desagradable, el director de Las uvas del ira o Centauros del desierto advierte al joven aspirante de los peligros de la industria y le pregunta sobre sus conocimientos de arte. Es entonces cuando le pide identificar en los cuadros de la habitación la ubicación del horizonte y le da un consejo sobre cómo la imagen resulta más interesante cuando este se encuentra la zona de arriba o abajo de la imagen, aunque de una forma brusca y hasta maleducada que resulta aún más llamativa con la excentricidad que desprende un cineasta como David Lynch bajo el papel de Ford.
Pero, aunque viéndolo en pantalla pueda parecer que Los Fabelman exagera este encuentro, no lo hace ni un ápice. O así lo ha demostrarlo Spielberg en las muchas entrevistas en las que ha sacado el tema a conversación. Por ejemplo, durante la promoción de Cowboys & Aliens, el western de ciencia ficción protagonizado por Daniel Craig y dirigido por Jon Favreau que se encargó de producir en 2011, describió punto por punto su encuentro con Ford tal y como se muestra en la película, dejando claro que fue una situación muy extraña, que la actitud del director no fue la mejor del mundo o lo mucho que le impacto verle con todas esas marcas de pintalabios por su cara.
“Estaba en Los Ángeles visitando a un primo segundo. Él tenía un contacto en el mundo del cine, pero no era realmente el cine, era en televisión. Me presentó a la persona que creó la serie Hogan's Heroes y este tipo me dijo 'No quieres hablar conmigo, quieres ser un cineasta. Donde tienes que ir es a la puerta de al lado, ¿sabes quien está allí? Jack Ford (nombre con el que firmó sus primeras películas)’”, comenzaba explicando Spielberg en la mencionada entrevista.
“Me condujo por el pasillo a su despacho y la asistente o secretaria de Jack Ford, como se le llamaba en esos días, estaba sentada allí. Pero Ford no estaba y ella me dijo que podía esperar. Salió a almorzar y podía llegar en cualquier momento, así que me senté a esperarle y estuve hablando con ella. Unos 40 minutos después, este viejo entró en la habitación vestido con una chaqueta de safari, un parche y masticando unos cigarros húmedos muy masticados”, continuaba relatando.
“Vi todas estas cosas al instante. Tenía marcas de pintalabios, pero no me refiero a marcas de besuqueo, sino al tipo de marcas perfectas en su mejilla y un par en la frente. Entró directamente a su oficina, su asistente agarra una caja de pañuelos, corre detrás de él, sale cinco minutos más tarde con los pañuelos todos rojos y me dice ‘está bien, tienes cinco minutos, o probablemente un minuto, porque con él esto es así’”.
Como se puede comprobar, las palabras de Spielberg reflejan punto por punto cada detalle que se ve en Los Fableman, e incluso dan a entender que en realidad fue un suceso aún más chocante que lo que a nosotros nos ha dejado ver en su película, sobre todo en lo que se refiere a su actitud a la hora de aconsejarle. Y es que, en realidad, Ford habló con Spielberg mientras ponía sus pies sobre la mesa y utilizando términos extraños con los que parecía querer dejar claro que él estaba muy por encima de su invitado.
“Entré a la oficina y él estaba sentado detrás de su escritorio con los pies sobre la mesa. Me pidió que me sentara y me preguntó si quería ser un creador de imágenes, así lo llamó. Nunca escuché esa expresión antes, pero nunca lo olvidé. Le dije que sí, que había hecho pequeñas películas de ocho milímetros y me preguntó qué sabía acerca del arte”. Es entonces cuando, al igual que en Los Fabelman, le pidió observar los cuadros e identificar la situación del horizonte, lo que se tradujo en el famoso consejo.
“Me puse frente a su mesa y dijo: ‘Cuando puedas distinguir el arte del horizonte en la parte inferior o superior del marco y te des cuenta de por qué se sitúa ahí y no en la parte central, podrás ser un creador de imágenes bastante bueno, pero ahora vete de aquí”, terminaba relatando Spielberg sobre su experiencia con John Ford.
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