La mejor actuación de la carrera de Russell Crowe no fue solo 'Gladiador'

El actor apostó por las emociones más internas en una película de 2018 que pasó desapercibida

Hay películas más allá de 'Gladiador' que sacaron a relucir el talento de Russell Crowe y pasaron desapercibidas. (Foto de Universal/Getty Images)
Hay películas más allá de 'Gladiador' que sacaron a relucir el talento de Russell Crowe y pasaron desapercibidas. (Foto de Universal/Getty Images)

A lo largo de los últimos 30 años, Russell Crowe fue sembrando su carrera con personajes icónicos convertidos en sinónimos vivientes de su legado artístico, como fueron Gladiador (2000), Una mente brillante (2001) o Capitán de mar y guerra: La costa más lejana del mundo (2003). La cosecha llegó en forma de salarios de ocho cifras y un peso suficiente en la industria como para dar el salto a la dirección, producción e incluso, a sus 59 años, permitirse volver al trabajo cuando simplemente le apetece. Incluso con cameos absurdos que llegan a dar un poco de vergüenza ajena (como Cuento de invierno o La Momia) o más alocados (Thor: amor y trueno).

Gracias a Gladiador se coronó como el sex-symbol cinematográfico por excelencia del año 2000 y fue uno de los actores más solicitados durante la primera década del nuevo siglo, sin embargo, ¿es la historia del general Máximo Décimo Meridio la mejor actuación de su carrera?

Evidentemente ganó el Oscar por ella y es la más icónica de su filmografía, pero también ha dejado otras grandes interpretaciones con el paso del tiempo -como los títulos mencionados, así como Cinderella Man (2005) o Los ángeles al desnudo 1997)-. Sin embargo existe una actuación en particular que pasó desapercibida ante las grandes masas y que, en mi opinión, es la mejor de todas por la emoción contenida que contagia a través de la pantalla.

La actuación infravalorada de Russell Crowe

Para empezar quiero aclarar que Gladiador me encanta. Me incluyo entre los miles de espectadores que no puede evitarla cuando la emiten en televisión, que le dan al botón de 'Play' en Netflix de vez en cuando (donde está disponible) y de esos que siguen repitiendo algunas de sus frases en charlas cinéfilas. A su vez, reconozco que Capitán de mar y guerra es una película infravalorada entre toda su filmografía y que no me habría quejado si la Academia hubiera dividido el Oscar ex aequo cuando se lo dio a Denzel Washington por Training Day cuando Russell estaba nominado por Una mente brillante.

Sin embargo, durante muchos años tuve la sensación que Russell Crowe era un actor que no arriesgaba. Que no pretendía sorprendernos y dejarnos boquiabiertos cambiando de registro por completo. Es más, muchas de sus películas que hoy reconocemos como clásicos no me generaron sorpresa alguna, era como si viéramos más de lo mismo pero, siendo el actor de moda de aquel entonces, quedaba perdonado. O era el tipo de duro de turno -Gánster americano, Robin Hood, 3:10 misión peligrosa - o el héroe carismático de corazón blando -Los ángeles al desnudo, Gladiador, Cinderella Man, Una mente brillante-, sin dar el salto al vacío con algo intermedio o diferente. Fue hace unos años -desde Los Miserables y cuando ya no tiene nada que perder- que parece que ha comenzado a hacerlo.

Gladiador le habrá valido su único premio Oscar pero la película donde se entregó de corazón y alma, con la que finalmente me dejó boquiabierta y de manera rotunda fue Corazón borrado (2018). Tenía poco diálogo y apenas unas pocas secuencias, pero su entrega emocional logró traspasar la pantalla como nunca. No obstante, y a pesar de las buenas críticas, pasó desapercibida por la cartelera mundial recaudando apenas $11.9 millones en todo el mundo. Una cifra que resulta bajísima para tratarse de un drama protagonizado por dos estrellas populares como Russell y Nicole Kidman. Pero así fue.

Y antes de que muchos lectores que no vieron la película digan que también emocionaba en sus obras más populares, sepan que me refiero a esas actuaciones que traspasan la pantalla por la naturalidad y simpleza de sus emociones. Por talento, sin nada más. En todos los títulos nombrados, la actuación de Russell estaba apoyada en artificios técnicos, una banda sonora que acompañaba cada momento como personaje secundario constante, planos heroicos de lágrima fácil y un clímax de venganza, injusticia, honor o incomprensión que hacían más fácil que la actuación de Russell llegara al corazón del espectador.

En cambio, en Corazón borrado, Russell apenas aparece unas pocas veces y se come la película. Es más, a cinco años de haberla visto todavía es la actuación que más recuerdo de todo el metraje. Un logro doble cuando tenemos en cuenta que lo acompañaba uno de los portentos de la lágrima contagiosa como es Nicole Kidman.

Dirigida por Joel Edgerton, Corazón borrado es un drama inspirado en la historia real de un escritor que contó su experiencia como paciente de un programa de terapia de conversión sexual en un libro. Lucas Hedges interpreta al joven que tras admitir su orientación sexual a sus padres a los 18 años, se somete a este tipo de tratamiento polémico al formar parte de una familia religiosa y en donde su propio padre es pastor de su iglesia. Nicole Kidman y Russell Crowe dan vida a esos progenitores confundidos que reaccionan ante lo que, según sus creencias, es lo mejor para él. Y mientras Nicole muestra a una madre más comprensiva y protectora, Russell se encarga de ser la figura más distante en la situación aunque sus emociones rocen el borde de la pantalla con apenas una mirada.

La diferencia entre ellos es que a Nicole se la ve venir, su sobreprotección salta a la vista en los diálogos y sus reacciones; pero todo el proceso de negación y aceptación final que vive el personaje de Russell Crowe se transmite a través de gestos y miradas, incluso cuando está en un rincón del plano, al fondo o sin moverse. Existe una escena, cuando Jared (el personaje protagonista) les confiesa su condición sexual, que la sorpresa y decepción que siente el padre se apodera de toda la secuencia sin decir una palabra, sin que Russell siquiera se mueva de la silla. Y eso solo se consigue a base de talento y experiencia. Cuando no hace falta tecnicismos ni refuerzos extras.

Existen otras escenas previas que transmiten el amor de un padre orgulloso, otras de sermones religiosos donde impone autoridad y respeto, y una secuencia final donde despliega todas las emociones que engloba la trama en una charla de aceptación con ese hijo que está a punto de perder por culpa de sus creencias. Es la escena que convierte a Russell Crowe en lo mejor de toda la película. Así como hizo Judi Dench con una sola secuencia en Shakespeare apasionado (y se llevó el Oscar), o Vanessa Redgrave en Expiación, deseo y pecado, Christopher Walken en Pulp Fiction o Viola Davis en La duda. Un momento breve pero suficiente para dejar que el talento envuelva de magia una escena o película completa.

Russell Crowe se robaba nuestra atención completa cada vez que aparecía en pantalla en 'Corazón borrado'. (Foto de Angela Weiss/AFP/Getty Images)
Russell Crowe se robaba nuestra atención completa cada vez que aparecía en pantalla en 'Corazón borrado'. (Foto de Angela Weiss/AFP/Getty Images)

Es cierto que existe otra película que pocos recuerdan y que alberga una actuación que se acerca bastante al podio en la lista de sus mejores interpretaciones. Fue Romper Stomper (1992), donde interpretaba a un neonazi aterrador y que lo colocó en el radar de la industria hollywoodense a inicios de los '90. Y tampoco voy a negar que como protagonista Russell Crowe se ha entregado en otras películas, como en El dilema explorando las artimañas de la industria tabaquera, o en Cinderella Man, y ha dado el do de pecho como secundario en otras ocasiones, como en Los ángeles al desnudo, pero en Corazón borrado se arriesgó abriendo su talento de la forma más natural y cruda. Desnudó todas sus emociones, se entregó al máximo sin armaduras épicas ni envoltorios de blockbuster, y a cambio sorprendió y dejó huella en su filmografía.

Después de todo, a estas alturas de su carrera ya no tiene nada que perder ni demostrar, y puede desplegar su talento sin presión alguna. Es decir, ya no necesita de superproducciones que adornen momentos de acción, ni hace películas que pidan una perfección heroica, un físico de infarto ni darle más atención a los efectos y las coreografías. Y creo que, por ese motivo, en Corazón borrado por fin lo vemos dejándose llevar.

Curiosamente, desde entonces no ha dejado de jugar con su talento y probar cosas distintas. Se transformó por completo para la infravalorada serie The loudest voice donde interpretaba al fundador de Fox News, el desterrado Roger Ailes de forma magistral; lo vimos hace poco como un psicópata aterrador en Salvaje, nos divirtió con su cameo ridículo en Thor: amor y trueno y encontró su público con su apuesta en el terror de la mano de El exorcista del Papa.

Si bien es cierto que su cambio físico lo alejan del ideal de héroe de acción que representó en los años 2000s, la película sobre terapias de conversión sirve de ejemplo para demostrar que queda mucho talento por descubrir.

En definitiva, Gladiador será por siempre su papel más recordado, pero Corazón borrado bien podría ser el papel donde entregó su cuerpo y alma.

Corazón borrado está disponible en plataformas de alquiler y compra como Apple o Amazon.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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