Powers Boothe, la estrella que desafió a la huelga de actores de 1980 y logró sobrevivirlo
Hollywood se prepara para su peor pesadilla. Los actores dieron luz verde a su propia huelga, diez semanas después de que los guionistas paralizaran la industria con la suya, comenzando una etapa de sequía creativa que nadie sabe lo que puede durar. Por el momento, el negocio entero (en territorio estadounidense) se tambalea, con miles de actores dispuestos a cumplir las reglas del SAG-AFTRA hasta llegar a un acuerdo con la Alianza de Productores de Cine y Televisión. Es decir, nada de alfombras rojas ni asistir al popular Comic-Con u ofrecer portadas de revistas promocionando sus próximas series o películas. Mientras tanto, los festivales de Venecia y Toronto, así como los premios Emmy previstos para el 18 de septiembre, tiemblan ante las que pueden ser sus ediciones más apagadas y sin estrellas luciendo sus galas.
Sin embargo, aunque en esta ocasión todos los actores de Hollywood parecen estar unidos por la causa, no siempre fue así. En realidad, existió una oveja negra que desafió a sus colegas, siendo el único actor que se atrevió a romper las reglas y asistir a la ceremonia de los premios Emmy durante la huelga de 1980 cuando estaba nominado. Una jugada que, en la actualidad, probablemente sería el suicidio profesional de cualquiera.
No es la primera vez que los actores de Hollywood entran en huelga. La primera tuvo lugar en 1960, duró seis semanas y estuvo liderada por el futuro presidente del país, Ronald Reagan. Lo repitieron en 1980 y 1986. La más larga fue la primera (la segunda terminó en apenas 14 horas). Duró tres meses y, aparentemente, le habría costado a la industria pérdidas estratosféricas de $40 millones por semana (Billboard). Y fue en esa ocasión que Powers Boothe tuvo un acto de valentía o estupidez, según como se mire, que pasó a la historia.
En aquella ocasión, la Academia de Artes y Ciencias de la Televisión siguió adelante a pesar de la huelga y celebró la 32 edición de los premios Emmy el 7 de septiembre de 1980. Los actores de Hollywood decidieron continuar con el boicot, y 51 de los 52 nominados dieron la espalda a la ceremonia. Fue una gala extraña donde daban a conocer el nombre de cada ganador y la Academia recibía el premio en su lugar. Uno tras otro. Es decir, un trámite carente del glamur que caracteriza al negocio. Y si bien la sala estaba llena, todos los presentes eran ejecutivos de la industria.
A excepción de Powers Boothe, que apareció por allí, vestido de etiqueta y dispuesto a subir al escenario por si, en una de esas, le daban el premio.
Estaba nominado en la categoría de Mejor Actor en una Miniserie o Especial por su trabajo como Jim Jones en Guyana Tragedy: The Story of Jim Jones, el líder de la secta Templo del Pueblo. Se trataba de una miniserie que documentaba la historia del líder y cómo había llevado a sus seguidores hasta Guyana para terminar en un suicidio masivo que acabó con la vida de 900 personas. Era una interpretación realmente escalofriante, y a pesar de compartir categoría con pesos pesados como Tony Curtis (The Scarlett O’Hara War), Henry Fonda (Gideon’s Trumpet) y Jason Robards (F.D.R.: The Last Year), el favoritismo se cumplió cuando anunciaron su nombre como flamante ganador.
Al parecer, nadie sabía que era el único actor presente en medio de la huelga. “De repente aparece Powers Boothe desde el lobby en la parte de atrás del Pasadena Civic y todo el mundo lo miró y dijo ‘Dios mío’”, recordaba el exvicepresidente de la Academia, el Dr. John Leverence, en una entrevista. A su vez, contaba que la esposa del actor lo visitó años más tarde porque la estatuilla se había roto durante un terremoto y necesitaba que la Academia la arreglara.
Durante la charla le confesó que el actor había decidido asistir a la ceremonia ese mismo día cuando estaba en la lavandería. Había llegado a la conclusión de que merecía la nominación, que había trabajado “como loco” para interpretar un personaje “horrible”, y no le parecía bien perderse la oportunidad. “No creo que vaya a marcar una gran diferencia para el sindicato”, le dijo.
Y se marchó. Cruzó los piquetes y entró a la ceremonia vestido de etiqueta.
“Este es el momento más corajudo de mi carrera o el más estúpido”, dijo al subir al escenario sin colegas de profesión que lo celebraran (vía GoldDerby). “También pensé largo y tendido si asistir o no. Pero vine aquí porque esto es América y uno debe hacer lo que cree. Yo creo en la academia. También creo en mis compañeros actores en su posición”.
Sin dudas, fue un momento controvertido. Los actores de Hollywood estaban en huelga, todos los nominados estaban siguiendo las reglas del boicot, dejando a un lado sus deseos internos de ser celebrados, aplaudidos y galardonados en la gran noche de la televisión, a favor de cambios que beneficiaran a la profesión. Y ahí estaba Powers Boothe, desafiando a la huelga y sus compañeros, apareciendo solito para subir al escenario y llevarse el premio a casa.
La osadía o estupidez de Powers Boothe no pasó desapercibida. El director James L. Brooks utilizó el momento en Dispuesto a todo, la comedia de 1994 donde Nick Nolte interpretaba a un actor que sufría un cambio radical cuando su exesposa dejaba a su salvaje hija a su cargo. En la primera secuencia, el protagonista se encuentra viendo la ceremonia de los Emmy en televisión. Está nominado pero, debido a la huelga de 1980, se queda viéndola en casa cumpliendo con el boicot, solo para ver cómo Powers Boothe aparece por allí en carne y hueso, llevándose el premio. Nick Nolte reaccionaba diciendo “hacer eso requiere coraje”, mientras su esposa se enojaba porque había perdido.
Por aquel entonces, Powers Booth no era un actor conocido por el público. Llevaba varios años trabajando en teatro regional e interpretando personajes fugaces en cine y televisión, una realidad que nos permite comprender por qué aquel momento habría sido tan importante en su vida. Guyana Tragedy: The Story of Jim Jones había sido un proyecto difícil pero, también, su boleto de ida hacia el reconocimiento de la industria. Y cuando sopesó si merecía la pena perderse la oportunidad de autocelebrar su esfuerzo en medio de la huelga, su deseo interno fue más fuerte.
A continuación, su filmografía demuestra un parón extenso de cuatro años –no estrenó nada nuevo entre la miniserie premiada y 1984–, lo que me lleva a cuestionar si la industria lo habría castigado por su osadía. Después de todo, Powers Booth había desafiado la lucha común por la satisfacción propia. Sin embargo, el tiempo pasó y una vez que volvió a las pantallas no dejó de trabajar hasta su muerte en 2017. Algunos de sus últimos trabajos fueron Sin City, Nashville o Agents of SHIELD.
Murió mientras dormía a los 68 años.
Evidentemente, la historia sería muy diferente si un actor se atreviera a seguir sus pasos en la actualidad. No solo porque los miembros del sindicato están a favor de la huelga, sino porque entre la inmediatez mediática y la promoción de la causa en redes sociales, se consigue que el asunto genere más ruido, conocimiento y curiosidad. En esta ocasión, los actores exigen un aumento en el salario básico, la regulación del uso de la inteligencia artificial y un acuerdo compensatorio por los trabajos que se visualizan en plataformas streaming. El mundo está cambiando a través de vías de negocio que beneficiarían a los estudios, y los actores no solo quieren regularlo para favorecer sus derechos de propiedad intelectual sino también entrar en la repartición del pastel.
Por lo tanto, que un actor se atreviera a hacer lo mismo y, de repente, apareciera por su cuenta desfilando en el festival de Venecia, firmando autógrafos en Comic-Con o recibiendo un premio en la ceremonia de los Emmy, siendo captado por fotógrafos, curiosos, selfies y vídeos con potencial de hacerse virales, podría generar suficiente controversia como para despertar la cancelación automática.
Después de todo, en esta ocasión, hablamos de una unión que tiene a pesos pesados alzando la voz. Brad Pitt, Meryl Streep y Jennifer Lawrence son algunos de los 160.000 miembros del sindicato que votaron de manera unánime a favor de la huelga. Fran Drescher encendió las redes sociales con su apasionado discurso como presidenta del SAG-AFTRA, los protagonistas de Oppenheimer terminaron sus obligaciones promocionales en el estreno de Londres y abandonaron la proyección para sumarse a la causa. Hasta Jamie Lee Curtis ya está preparando sus pancartas. Es decir, los actores de Hollywood están dispuestos a pararlo todo hasta conseguir una negociación satisfactoria con la Alianza de Productores de Cine y Televisión y una historia como la de Powers Boothe no saldría tan victoriosa como hace cuatro décadas.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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