¿Y si el relevo de Diana de Gales ya estuviera dentro de la casa Windsor?
Cuando Diana de Gales murió en 1997 estaba emprendiendo una carrera internacional como embajadora humanitaria que nunca sabremos cómo habría terminado. En ese momento, con el divorcio ya firmado, la princesa británica se embarcó en un proyecto propio en el que, en palabras del ex primer ministro británico, Tony Blair, demostró que cuando ella hablaba el mundo escuchaba. La audiencia de Diana de Gales era global y su historia personal muy difícil de igualar, así que nunca se ha contado con la posibilidad de que vuelva a existir una princesa de sus características y se ha asumido que su legado seguía vivo gracias a los proyectos que emprenden sus hijos, los príncipes Guillermo y Harry. Sin embargo, hay un miembro de la realeza actua,l que no comparte lazos de sangre con la princesa Diana y con la que ni siquiera coincidió dentro de la Familia Real, que sin despertar el fervor que generó Diana, de forma silenciosa, ha retomado su perfil humanitario: la duquesa Sophie.
Mientras el foco se centra de la recuperación de Kate Middleton, que acaba de superar un cáncer, y del primer viaje de los reyes Carlos y Camilla a Australia, la duquesa de Edimburgo recorre el Chad, un país que nunca había estado en la agenda de la realeza británica, para conocer de primera mano el impacto que la guerra en Sudán ha generado en la población, sobre todo en las mujeres y las niñas, víctimas de violaciones como arma de guerra en un conflicto que ha sido olvidado por la comunidad internacional.
La duquesa de Edimburgo -Sophie Rhys-Jones de soltera y condesa de Wessex hasta que su marido, el príncipe Eduardo, heredó el título de su padre- se desplazó a Adré, una ciudad situada a 400 metros de la frontera con Sudán para reunirse con los trabajadores humanitarios que reciben los refugiados que huyen de la guerra en el país vecino. Allí se interesó por las necesidades de las distintas organizaciones en el terreno (entre ellas Unicef y Acnur) y también de un plan de protección destinado a los más jóvenes que financia el Reino Unido.
Discreta y de gestos medidos, la duquesa Sophie (defensora de la Agenda de Mujeres, Paz y Seguridad (WPS) de la ONU y una defensora de la Iniciativa de Prevención de la Violencia Sexual en Conflictos (PSVI) del Reino Unido) terminó llorando al escuchar el relato de la población civil sudanesa que lograron refugiarse en el país vecino y así lo transmitió visiblemente conmocionada por los devastadores relatos.“Lo que les hacen a los niños es… Ni siquiera puedo usar las palabras”, afirmó la que fuera la nuera favorita de Isabel II. Una visita y unas declaraciones que han servido para poner el foco en un conflicto que ha quedado en los márgenes, a pesar de ser un país que hasta 1955 estuvo bajo el protectorado anglo-egipcio.
Es la primera vez que un miembro de la casa Windsor da visibilidad a este conflicto y en eso hay evidente la conexión de Sophie, que también ha emprendido proyectos en Etiopía y Tanzania, con Diana de Gales que puso el foco en conflictos que no atraían la atención internacional o de los que directamente no se hablaba. Las distancias entre ellas son evidentes, la princesa Diana entraba en competición con la Casa Real británica en un momento en el que la institución quería que disminuyera su presencia y se ajustara a ser solo la madre de los hijos del heredero, mientras la duquesa Sophie trabaja desde dentro de forma discreta y progresiva desde el año 2002, cuando se decidió que cerraba su empresa para pasar a formar parte de la realeza a tiempo completo.
Sophie llegó a la Casa Windsor en 1999, cuando la princesa Ana, Diana de Gales y Sarah Ferguson habían firmado el divorcio, así que a ella todavía le costó más ganarse la confianza de la institución y los ciudadanos. Sin embargo, Sophie, la relaciones públicas que terminó cerrando su empresa por la dificultad que entrañaba el mantener una empresa privada dentro de una institución pública, encajó muy rápido con Isabel II y terminó siendo una de las pocas personas que estaban en su círculo más íntimo, ella fue una de las pocas "amigas" que tuvo la reina al final de su vida. A lo largo de los años Sophie se fue ganando la confianza de la soberana y de toda la institución. Como condesa de Wessex (el título que se le otorgó en el momento de su boda) presención la llegada de las nuevas estrellas (Kate Middleton y Meghan Markle) que recibieron un título superior (el de duquesas, rango que también se le había concedió a Camilla en el año 2005) e inmediatamente fueron comparadas con Diana de Gales, sin adivinar que dentro ya había una persona dispuesta a tomar su relevo en cuanto le dieran la oportunidad de marcar su propia agenda.