El opresivo drama psicológico de Tom Hardy que mereció más reconocimiento

VENECIA, ITALIA - 02 DE SEPTIEMBRE: El actor Tom Hardy asiste al estreno de 'Locke' durante el 70º Festival Internacional de Cine de Venecia en la Sala Grande el 2 de septiembre de 2013 en Venecia, Italia. (Foto de Danny Martindale/WireImage)
VENECIA, ITALIA - 02 DE SEPTIEMBRE: El actor Tom Hardy asiste al estreno de 'Locke' durante el 70º Festival Internacional de Cine de Venecia en la Sala Grande el 2 de septiembre de 2013 en Venecia, Italia. (Foto de Danny Martindale/WireImage)

Cuando pensamos en el ascenso de Tom Hardy a lo alto de Hollywood, en los grandes proyectos que acaparó a comienzos de la década de 2010, es fácil tener en mente sus colaboraciones con Christopher Nolan en cintas como Batman: El caballero de la noche asciende, su salto a Mad Max en sustitución de Mel Gibson, su trabajo junto a Leonardo DiCaprio y Alejandro González Iñárritu en Revenant. El renacido o aclamados proyectos británicos como El topo. Pero pocos se acordarán de n proyecto independiente con el que Hardy nos voló la cabeza con una opresiva propuesta:, un drama psicológico que cayó en el olvido y que merece su reivindicación como una de las cintas más interesantes de la carrera del actor.

Hablo de Locke, película británica de 2013 dirigida por Steven Knight, creador de Peaky Blinders y responsable del guion de clásicos como Promesas peligrosas. Su propuesta se centraba en un prolífero hombre del mundo de la construcción con todo lo que siempre ha deseado a su alcance. Una persona que, una noche, siente el deber de arriesgar todo para seguir el camino moralmente correcto. No es una historia rompedora, pero que toda la cinta esté rodada a través de conversaciones telefónicas en el interior de un auto la convertía en una idea de lo más arriesgada y extraña.

Al tratarse de un drama sobre decisiones morales, con todo su peso basado en el diálogo, podría parecer una apuesta tediosa sin los recursos necesarios para cautivarnos durante su casi hora y media de metraje. Pero, sorprendentemente, Locke se las ingenia para tener la adrenalina e intensidad propia de cualquier thriller sin ningún tipo de artificio propio de este género. Simplemente, es una película que sabe jugar sus cartas introduciéndonos en la psique de su protagonista y aprovechando su claustrofóbica ambientación y los dilemas de su trama para transmitirnos el mismo agobio que el rol de Hardy.

Creo que su mejor baza es jugar al misterio en sus primeros compases, creando interés hacía las motivaciones del personaje mientras vamos descubriendo qué le ha conducido a realizar ese extraño viaje en auto. A esto hay que sumarle lo bien planificada que está la cinta, haciendo un uso notable de los primeros planos de su protagonista, aprovechando a la perfección su ambientación nocturna y sabiendo manejar con nervio el montaje de cara a crear una situación tensa y agobiante. Y si le añadimos lo bien que se mueve Tom Hardy bajo el personaje, lo bien que representa las muchas sensaciones que pasan por la cabeza de su papel, tenemos un film con un acabado refrescante que funciona como un reloj.

Su único inconveniente podría ser lo convencional que termina siendo su historia, donde en los últimos compases se echa en falta algún giro que la eleve a un nivel más sorprendente. Toda ella se apoya en un dilema moral visto infinidad de veces y que incluso parece propio de un telefilm, pero, como digo, la propuesta fílmica es tan abrumadora y eficaz que al final no le hace falta más para dejarte exhausto al terminar la proyección. Y es que tenerte al borde de la butaca con meras conversaciones telefónicas es un mérito del que pocas películas podrían presumir, ni siquiera thrillers adrenalínicos que buscan a la desesperada este efecto.

La pena es que Locke no generó el suficiente ruido en su día para permanecer en nuestra memoria. Pudo debutar en festivales como el de Venecia, aunque fuera de competición, y pese a que galardones como British Independent Film Awards o los Premios del Cine Europeo la incluyeron entre sus nominaciones o asociaciones de críticos como la de Los Ángeles premiaran el trabajo de Tom Hardy, ninguno de los principales premios la tuvieron en cuenta.

Además, en taquilla tampoco tuvo mucha repercusión. Su recaudación mundial de 5 millones de dólares fue suficiente para rentabilizar su reducido presupuesto de solo 2, pero no son cifras que ejemplifiquen un fuerte interés en esta propuesta. Por ello, creo que es un título que merece ser reivindicado y redescubierto, porque es una de las cintas más admirables de la filmografía de Hardy, una experiencia cinematográfica de primer nivel que debería destacarse tanto o más que sus grandes títulos en la cima de Hollywood. Si quieres disfrutarla, está disponible para alquiler en Latinoamérica en plataformas como Apple TV, Amazon o Google.

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