Así es como tu mente te advierte que estás en una relación tóxica, según experta
Ana se enamoró perdidamente de Tomás desde el primer momento. Era atento, detallista y la llenaba de cumplidos. Sentía que estaba experimentando algo extraordinario. Nunca se imaginó que toda su vivencia idílica se transformaría en una relación tóxica.
Con el tiempo, Tomás se volvió posesivo y celoso, controlando cada aspecto de la vida de Ana. La aislaba de sus amigos y familiares, criticando constantemente sus decisiones y haciéndola sentir culpable por todo. Ella, todavía convencida de que se trataba de una transición en la relación, intentaba justificar las actitudes de Tomás. Como muchas mujeres, suponía que esta era la manera de demostrarle amor y protección. Pero las cosas no mejoraron. Las manipulaciones y humillaciones se convirtieron en una constante en su relación. Ana se sentía cada vez más insegura y deprimida, perdiendo la autoestima y la confianza en sí misma.
Un día, finalmente, Ana abrió los ojos. Se dio cuenta de que la relación con Tomás la estaba destruyendo. Estaba en un círculo vicioso en que ella también alimentaba, porque algunas de sus experiencias amorosas previas y su tendencia a la dependencia emocional eran claves frecuentes por las cuales atraía relaciones tóxicas.
Había llegado la hora de afrontar que había que hacer una autoevaluación profunda, entender por qué le ocurrió esto y sobre todo analizar si era posible identificar algunas señales que su mente le dio para advertirle que estaba ante una relación dañina.
El hecho es que sí. La mente sí nos arroja algunas advertencias -muy sutiles- a las que debemos prestar atención. Suzanne Degges-White, profesora de la Universidad del Norte de Illinois, señaló en una entrevista con Business Insider, que cuando estamos satisfechos, felices en una relación tenemos sentimientos de gratitud y entusiasmo. Mientras que cuando estamos en una relación que no es la adecuada, nuestra mente arroja sensaciones muy diferentes y que, muchas veces, ni advertimos que están asociadas a nuestra vida amorosa.
La primera que menciona es que de manera muy sutil no queremos llegar a la casa, o al encuentro con esa persona. Se puede sentir angustia permanente de cómo va a reaccionar esa persona por cualquier anécdota que compartamos del trabajo o de nuestro día. Puede ser que tengamos ciertos síntomas sutiles de ansiedad antes del encuentro.
La segunda advertencia que nos hace nuestra mente es cuando, sin querer, o queriendo, asumimos conductas de evitación y autoprotección. Ejemplos de las primeras son cuando evitamos el contacto con la pareja, por ejemplo absteniéndonos de responderle un mensaje de texto, que sabemos que puede desatar un conflicto; o cuando evitamos hablar de ciertos temas por temor a su reacción.
Mientras que un ejemplo de conducta de autoprotección es cuando sentimos gran necesidad de hablar con un amigo o familiar acerca del comportamiento de nuestra pareja porque nos hace sentir vulnerables.
La tercera advertencia que brinda la especialista es que nos cuesta pensar en un futuro con esa pareja. Si estamos contentos y a gusto en una relación, no es difícil imaginarnos en un plan de futuro, como la convivencia, mientras que si nuestra pareja nos genera ansiedad no es placentera esta ilusión.
Si con esto no basta, es importante repasar las características frecuentes de comportamiento de alguien tóxico. Aunque no todas las personas son iguales, es común que sea alguien posesivo, que sea una persona controladora. Que revise el teléfono, o trate de limitar nuestro contacto con amigos y familiares.
Los celos absurdos también son claves de comportamiento en las personas tóxicas y dañinas. Si alguien muestra celos de forma exagerada, incluso sin motivo, y hace sentir culpable a su pareja por sus relaciones con otras personas, hay que levantar la bandera roja.
La manipulación y los intentos de aislarnos de nuestros seres queridos, los chantajes emocionales e incluso las amenazas son actitudes peligrosísimas que no podemos permitir. Por último, pero tanto o más grave que todas las anteriores, son las faltas de respeto, insultos, humillaciones, críticas y agresiones verbales o físicas, deben ser señales definitivas para poner fin a la relación.
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