Así rescató Peter Jackson a 'El Señor de los Anillos' de convertirse en un desastre épico
El director volverá a la Tierra Media con nuevas películas: la primera llegará en 2026 y se centrará en Gollum con Andy Serkis como actor y director
El señor de los anillos vuelve a la carga. Porque diez años después de concluir su relación con la saga a través de la trilogía de El Hobbit, Peter Jackson volverá a la Tierra Media a través de nuevas películas. Y la primera de ellas, centrada en el personaje de Gollum, ya tiene luz verde con Andy Serkis volviendo al personaje y dirigiendo el proyecto con estreno previsto en 2026. De esta manera, después de racaudar casi 3.000 millones de dólares a nivel mundial y ser nominado a 30 premios de la Academia (se llevó 17), el universo de J.R.R. Tolkien regresará de la mano de los creativos que lo llevaron al éxito.
Sin embargo, la historia de cómo Peter Jackson consiguió semejante logro merece ser contada. Porque sacar una película adelante no es una tarea fácil, y cuando se trata de un proyecto de gran magnitud y eres un cineasta sin la suficiente experiencia en grandes producciones se podría decir que es casi imposible. Pero a veces se dan algunas casualidades del destino que abren puertas que parecían inalcanzables, como le ocurrió a este cineasta con su aclamada y exitosa trilogía de El señor de los anillos.
La historia detrás de El señor de los anillos
Y es que un material tan inmenso como este no parecía alcanzable para ningún estudio o director, y mucho menos para un creativo de Nueva Zelanda cuyos primeros créditos eran películas de género como Mal gusto, El delirante mundo de los Feebles o Muertos de miedo. Aunque el hacerse poco a poco un nombre en la industria, entrar en contacto con productores como Harvey Weinstein y demostrar sus buenas dotes tras las cámaras, le llevaron a sacar adelante un proyecto que tenía una alta probabilidad de ser un estrepitoso fracaso: la primera versión de El señor de los anillos, una adaptación condensada y apresurada, dividida en dos partes que debía rodar por la cuarta parte de lo que costó la trilogía final.
Sin embargo, para contar esta historia compartida por Polygon es mejor remontarse a los inicios de Jackson. La buena repercusión de sus primeras películas hizo que Hollywood no tardara en llamar a su puerta. En primera instancia, desde la industria querían contar con él y con su socio Fran Walsh para desarrollar proyectos ligados al terror como el guion de una de las secuelas de Pesadilla en la calle del infierno o una película de Cuentos de la cripta.
Con los ingresos que fue obteniendo pudo adentrarse en el terreno del cine independiente con Criaturas Celestiales, película que le valió la nominación al Oscar al Mejor Guion Original, lanzó las carreras de Kate Winslet y Melanie Lynskey, le llevó a crear la compañía de efectos especiales WETA y, lo más importante de todo, le hizo conocer de primera mano al controvertido Harvey Weinstein.
Bien es sabido que Weinstein y sus prácticas afiladas estaban allí donde olía un mínimo de éxito, y tras distribuir Criaturas Celestiales con su compañía Miramax no quiso dejar escapar a Jackson. Surgió así el primer paso clave en la creación de El Señor de los Anillos, puesto que el productor decidió darle carta blanca, aunque no sin antes trabajar para Universal en una película importante para esta historia: Muertos de miedo.
Y si bien fue un fracaso en la taquilla se podría decir que Muertos de miedo fue la película más importante en la filmografía de Peter Jackson, o al menos la que más puertas le abrió. Se trataba de un proyecto que estuvo desarrollando junto a Robert Zemeckis como parte de Cuentos de la Cripta, aunque finalmente Zemeckis recomendó a Jackson lanzar la película fuera de la marca de esta conocida serie. Y es que esta comedia de terror estrenada en 1996 volvió loco a medio Hollywood durante su producción, tanto que Weinstein se ofreció a producirle un proyecto de fantasía, mientras Universal le ponía en bandeja el remake de King Kong y Fox hacía lo suyo con El planeta de los simios (la que finalmente dirigió Tim Burton).
Como se puede deducir, de ese proyecto de fantasía que le ofreció Weinstein surgió El señor de los anillos, pero en un principio iba a tratarse de una producción ajena a la obra de Tolkien. El cariño que Jackson sentía hacia el mundo de la Tierra Media hizo que tuviera la sensación de estar robando demasiados elementos de él, por lo que finalmente habló con el productor para adentrarse de lleno en este universo de hobbits, elfos, enanos, anillos mágicos y épicas batallas fantásticas.
Los inconvenientes de semejante saga
Pero llevar El Señor de los Anillos a la gran pantalla requería primero de un elemento clave: los derechos. En aquel momento estos pertenecían al productor Saul Zaentz, quien en 1978 había realizado una fallida adaptación animada. ¿Podría una mera reunión con Harvey Weinstein conseguir que le vendiera los derechos? Era una tarea muy complicada, puesto que ambos venían de vivir una frustrante experiencia juntos con El Paciente Inglés. Aun así, Weinstein pidió a Jackson que fuera trabajando en el guion mientras trataba de negociar.
Sin embargo, el director se enfrentaba a un panorama incierto. Tras el fracaso de Muertos de miedo, Universal decidió apartarle de King Kong y el porvenir de su carrera empezó a depender de El Señor de los Anillos, que en aquel instante seguía siendo un proyecto muy verde. Y muy diferente. Junto con el dramaturgo neozelandés Stephen Sinclair y su socio Fran Walsh escribió lo que serían los primeros guiones. La idea era adaptar la saga en solo dos películas, una denominada La Comunidad del Anillo y otra La Guerra del Anillo, y como es de suponer, estas versiones estaban muy lejos de la riqueza y extensión de la trilogía que finalmente vimos en cines. Y es que Jackson y su equipo se encontraban con otro problema, ya que llevar la Tierra Media en todo su esplendor a la gran pantalla requería de estratosféricas cifras de dinero.
Desde su compañía WETA estimaron que para producir esos dos guiones necesitaban unos 150 millones de dólares, una cifra que salía del dinero que Harvey Weinstein era capaz de ofrecerles. En aquel momento el productor trabajaba en Miramax, empresa que vendió a Disney y que no tenía la suficiente libertad de inversión económica. Solo podían financiar El señor de los anillos con $75 millones, una cantidad con la que era imposible realizar una producción de tales magnitudes. Y, de hecho, su oferta final fue la de pedirles que intentaran hacer una única película de cuatro horas.
Jackson sabía que tenía algo grande entre manos. Y no desistió, al contrario, contraatacó con las armas que tenía a su alcance. Según cuenta el reportero de Polygon, “alguien” de WETA filtró los guiones al portal web Ain't It Cool para así darlos a conocer a otros estudios, y fue ahí cuando New Line Cinema entró en el juego. Dado el abusivo historial de Harvey Weinstein, también sería lógico pensar que Jackson podría haber estado detrás de esta decisión para alejarse del polémico productor, puesto que desde que salió a la luz el escándalo no dudó en denunciar cómo Weinstein llegó incluso a vetar a actrices como Ashley Judd o Mira Sorvino para el proyecto.
Volviendo a los guiones, aquellos que tuvieron ocasión de leerlos comentan que eran muy diferentes a las películas que vimos en cines. Desde Polygon manifiestan que en estas versiones tempranas el ritmo se notaba muy acelerado, no se daba el hueco necesario a los personajes, no se exploraba lo suficiente la Tierra Media e incluso se planteaba el relato desde el punto de vista de Samsagaz Gamyi. Según el medio mencionado, los elfos aparecían al pasar, solamente se mencionaba a Arwen y Aragorn. Es decir, todo aquello que hizo especial a la trilogía no existía.
Hubiera sido muy interesante haber visto la narración de las películas desde la perspectiva de Sam, pero siendo sinceros, la fascinación de El señor de los anillos se encontraba en su mitología, en sus personajes, en cada una de sus localizaciones, en la riqueza de sus historias secundarias… en definitiva, en la construcción de un universo vivo y fascinante. Y esto pudimos comprobarlo en lo mucho que enriquecieron las versiones extendidas a los montajes cinematográficos, que pese a su elevada duración (por encima incluso de las cuatro horas) te mantenían pegado al asiento gracias a su profundización en cada una de las tramas.
Pero esto solo fue posible cuando New Line Cinema se arriesgó a producir el proyecto y dio a Jackson la libertad de expandir sus guiones. Así, de dos películas pasamos a las tres que finalmente pudimos ver en nuestras pantallas. Pero la odisea no terminó aquí, puesto que Harvey Weinstein, tras haber puesto dinero en el desarrollo y haber conseguido los derechos, no quiso soltar el proyecto hasta que le pagaran todo lo que ya había invertido.
A New Line Cinema no le quedó más remedio que pagar su parte a Weinstein, quien siguió apareciendo en los créditos como productor ejecutivo. Al fin y al cabo, no dejaba de ser una cifra mínima dentro del estratosférico presupuesto de casi $300 millones que tuvo la trilogía final.
Y ya sabemos cómo acaba esta historia: ovación por parte de crítica y público, victoria rotunda en los Oscar y millonarias cifras de recaudación en taquilla. Lo que jamás nadie hubiera imaginado. ¡Ah! Y con Universal llamando a Jackson para devolverle King Kong.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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