'Conan' fue la salvación de Arnold Schwarzenegger cuando Hollywood le daba la espalda
La película fue decisiva en demostrar a los agentes y ejecutivos de la industria que estaban equivocados
La voz de Arnold Schwarzenegger es inconfundible. Cualquiera puede reconocer ese marcado acento austríaco cuando habla en inglés. Ni siquiera importa si entiendes o no el idioma, su voz y acento lo hacen identificable hasta con los ojos cerrados. Sin embargo, aunque su forma de hablar terminara convirtiéndose en una de sus señas de identidad junto a sus músculos de acero, hubo una época en donde le jugó en contra. Ningún agente quería contratarlo y los estudios hollywoodenses no sabían qué hacer con un fisicoculturista que sonaba tan extranjero. Y en su afán por llegar lejos, ansioso por convertirse en actor protagonista, Arnold cedió e intentó ponerle remedio, sin saber que terminaría siendo una de las características que lo identificarían en la historia del cine.
Así lo confesó en The Graham Norton Show, revelando que tuvo un “entrenador de inglés, un entrenador de actuación, un entrenador de habla y un entrenador para la eliminación de acentos” durante la etapa de transición que vivió, pasando de fisicoculturista a actor de cine. Y entonces bromeaba contando que el entrenador que se suponía que debía eliminar su acento ya falleció porque, de otra manera, “debería pedirle que me devolviera el dinero”.
Estamos hablando de los años ‘70, cuando recién estaba empezando a transitar por el universo artístico apareciendo en películas como Stay hungry (1976) y el documental Pumping iron (1977), tras haber llegado a la cima del fisicoculturismo ganando siete títulos de Mr. Olympia.
Y es que por mucho que lo intentara, su acento nunca desapareció.
Con la mencionada entrevista, el actor y exgobernador de 76 años me recordó un detalle que explicó en su serie documental de Netflix, Arnold, donde en el segundo episodio repasa su ascenso cinematográfico y explica cómo su acento le afectó al principio.
En dicho episodio, Schwarzenegger contaba que, debido a su acento, no podía conseguir un agente que quisiera representarlo. Había tomado clases de actuación. Había aprendido a sacar sus emociones internas después de años reprimiéndolas bajo las máquinas del gimnasio. Y tenía clara su meta: no quería conformarse con personajes secundarios. Había ganado suficiente dinero invirtiendo en bienes raíces tras su llegada a Estados Unidos, que no necesitaba aceptar papeles inferiores. Quería ser ‘leading man’: quería ser protagonista absoluto de sus películas.
Pero su acento era un obstáculo. O al menos así lo veían los ejecutivos de Hollywood, managers y agentes. Incluso lo contó en otra entrevista con GQ en 2020, confesando que le dijeron “muchas veces” que “nunca sucedería, que alguien con un acento como el mío jamás se había convertido en un protagonista real ni en una gran estrella en América”. Le dijeron que al público estadounidense le gustaba escuchar a gente “que sonaba como John Wayne y Clint Eastwood, pero no como yo”. Además, no les convencía su físico. Lo veían “demasiado grande” cuando, como dice en su serie de Netflix, la industria estaba viviendo una etapa de elogios hacia “actores pequeños” como Al Pacino y Dustin Hoffman.
Y en ese segundo episodio de Arnold pone un ejemplo: Dino De Laurentiis, el productor italiano detrás de Serpico y King Kong (que, por cierto, también tenía acento) que tras reunirse con Schwarzenegger le dijo que no podía “usarlo” por culpa de su acento (probablemente tampoco ayudó que Arnold lo insultara preguntándole en la misma reunión ‘¿por qué un hombre tan pequeño necesita un escritorio tan grande?’).
Pero entonces llegó Conan y derribó el prejuicio de una vez por todas.
El actor de Terminator detalla en la entrevista con Graham Norton -donde fue a promocionar su nuevo libro, El poder de ser valiosos- los juegos de palabras que el entrenador le hacía repetir, aprendiendo a pronunciar algunas consonantes de manera diferente a su alemán natal para, así, hablar en inglés como un norteamericano más. Pero no hubo caso. Por más que ahora pueda recitar esos trabalenguas con la pronunciación en inglés de manera correcta, burlándose que lo consiguió “5.000 años más tarde”, su acento nunca cambió. Así aprendió a hablar en Austria y así siguió hablando en otro idioma. Básicamente como hacemos la gran mayoría que aprendemos a hablar en una segunda lengua, manteniendo un deje o un tono en particular que jamás podemos eliminar.
Sin embargo, al no corregir su acento, Arnold Schwarzenegger terminó demostrando a los ejecutivos de Hollywood que estaban equivocados. Que sus sueños tenían cabida en la meca del cine, derribando los prejuicios en torno a los acentos de habla no inglesa.
“Lo curioso fue que todo lo que dijeron los productores de Hollywood, los directores y todos los genios, diciendo que era un obstáculo para convertirme en protagonista, se convirtió en una ventaja”, dijo en la misma entrevista.
Y lo demostró prácticamente enseguida. Según explica Arnold, el director de Conan, el bárbaro (1982), John Milius, dijo a la prensa que “si no hubiéramos tenido a Schwarzenegger, tendríamos que haber construido uno” porque “era el único que tenía los músculos para interpretar el personaje en la manera que Frank Frazetta lo había dibujado y cómo Robert E. Howard lo había escrito”.
“Luego cuando hice Terminator, Jim Cameron dijo, ‘Lo que hizo que Terminator funcionara y se convirtiera en éxito fue porque Schwarzenegger habla como una máquina”.
Al final, por más que intentara complacer a Hollywood en los ‘70s intentando eliminar su acento natal, sus deseos y naturaleza terminaron ganando. Y en lugar de esconderlo, taparlo o forzarlo con el inglés, decidió usarlo a su favor.
Sin dudas, los personajes de Conan y Terminator ayudaron en esta transición al tratarse de personajes rudos que encajaban con el sonido fuerte y marcado de su acento. Sin embargo, hubo un programa de televisión que lo ayudó sin que él tuviera control alguno. Fue Saturday Night Live a través de un sketch llamado ‘Hans and Franz’. Lo protagonizaban Dana Carvey y Kevin Nealon y, básicamente, imitaban con humor la moda fisicoculturista impuesta por Schwarzenegger y su acento. En cierto sentido, como hablaban igual que él, “legitimaron” su forma de hablar. Hasta Arnold apareció en el sketch, sentenciando su poder recién descubierto como estrella de cine y, de paso, dando una bofetada simbólica a todos aquellos que le habían cerrado las puertas.
Así lo explicó Schwarzenegger en otra entrevista para el podcast Fly on the wall. “Había alguien que tomó el asunto del acento y se divertía con ello. No para burlarse, pero para entretener al público. Siempre dije que, desde ese momento, se convirtió en algo más aceptado y se hizo más fácil para mí”.
Y entonces nació una estrella que dejó su huella en la historia del cine como un héroe de acción que arrasaba en la taquilla de los ‘80s y 90s. Derribando prejuicios y demostrando la discriminación errónea de aquella época en Hollywood. Con acento y todo.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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