Los hombres también pueden sufrir de trastornos de conducta alimentaria
No se habla de ello, pero es necesario. Aunque los hombres sufren en menor medida que las mujeres de trastornos de conducta alimentaria, sí ocurre y el número va en ascenso. Anorexia, bulimia, atracones, purgas e incluso la vigorexia, podrían afectar la salud del hombre e incluso atentar contra su vida, con los mismos signos y síntomas que a las mujeres
Aunque la prevalencia -el número total de casos de trastornos de conducta alimentaria- es mucho más baja en hombres que en de las mujeres, según afirma la doctora Rossana De Jongh, se ha observado recientemente una tendencia a incrementarse. Así lo ha determinado la Asociación Nacional de Trastornos de la Alimentación de Estados Unidos, que señala que 1 de cada 3 personas con trastornos de conducta alimentaria es hombre.
Asimismo, un artículo publicado en la Revista Estadounidense de Salud Masculina señala que si bien en algún momento se consideraron raros los desórdenes alimenticios en hombres, “existe evidencia significativa que los revela como un problema emergente de salud masculina. Ya no es sostenible ni seguro suponer que los hombres representan una proporción insignificante de pacientes con TCA”, y recomienda el abordaje desde distintos enfoques, como desarrollar el conocimiento general sobre el tema, y desarrollar prácticas para acelerar el reconocimiento, diagnóstico e incluso el diseño de tratamientos específicos para pacientes masculinos.
Por qué están creciendo el número de casos
Así como para las mujeres, las redes sociales han representado un aspecto negativo en cuanto a la aceptación de la naturaleza de su cuerpo, por la divulgación de parámetros inalcanzables; los hombres también comienzan a ser bombardeados con ideales corporales peligrosos. Sobre todo vemos en el cine importantes referencias de hombres muy musculosos que suelen ser sinónimo de belleza, salud, éxito y otra larga fila de conceptos positivos.
Adicionalmente, el estigma de que los hombres no sufren de este tipo de problemas ha ocasionado que en el tiempo permanezcan calados, ocultando sus síntomas y sensaciones con relación a la comida. Culturalmente, se supone que ellos no sufren de estos trastornos.
Rossana De Jongh, quien es médico nutriólogo, especialista en dietética psicocomportamental, explica que los casos en hombres son menos comunes porque si bien puede haber una predisposición genética, si no está expuesta a factores sociales que lo pueden desencadenar no se hacen tan presentes.
Aunque en hombres se están observando cada vez más casos aún no alcanzan a las mujeres porque es sobre ellas que recae la mayor carga social de cómo debe ser su cuerpo para ser aceptado como bello. Mientras que para el hombre se hace cada vez más intenso un requerimiento de ser fuerte. “El patrón de belleza corporal para la mujer, sobre todo en la cultura occidental, es longilíneo, mientras que para el hombre el patrón es fuerte. De esta manera, para el hombre, el ser delgado puede ser asociado con fragilidad o debilidad, y es por esto que es menos frecuente que el hombre se someta a una restricción o a un régimen extremo para llegar a la delgadez”, dice De Jongh.
“Cuando vemos avisos publicitarios de dieta o de recomendaciones para adelgazar la figura protagónica suele ser una mujer. Esto indica que, generalmente, el hombre está menos expuesto a factores que pueden desencadenar trastornos alimenticios. Sin embargo no está excluido que en algunos casos, por ejemplo, una disciplina artística o deportiva, pueda estar más expuesto a esa exigencia de alcanzar y mantener un peso para desempeñarse con éxito. Puede ser el caso de los gimnastas, los bailarines o luchadores que se restringen para mantener el peso que requiere su categoría”.
Por otra parte, la doctora destaca un punto que no esta descrito en los manuales de psiquiatría, pero toma protagonismo peligroso. “Se trata de la vigorexia, el cual pudiera estar relacionado con el trastorno dismórfico corporal en el cual el hombre, sobre todo, se somete a un régimen muy estricto y exigente de ejercicio físico para ganar masa muscular y definirse, pero estos son términos más difusos que, aunque ameritan mayor estudio, nos indican que hay puntos de alerta para determinar que un paciente puede estar dentro del cuadro de dismorfismo corporal”.
En este caso, el paciente puede tener pensamientos que lo lleven a pensar que estar flaco es sinónimo de ser débil, ser feo y comienza a hacer ejercicios para volverse musculoso. Entre los síntomas y signos pueden observarse un exagerado número de horas de entrenamiento, o si la persona se asila o deja de hacer sus actividades cotidianas, o puede incentivar cambios en sus procesos hormonales. Estaríamos ante un trastorno que pone en riesgo la vida.
No se habla mucho de ello porque parece un problema aislado, que hasta ahora se asocian principalmente con la salud mental femenina, pero realmente deben tratarse como trastornos mentales peligrosos. De hecho, un estudio de 2018 ya destacaba que casi un tercio de los adolescentes de Estados Unidos tenían interés en desarrollar su musculatura y aumentar de peso.
Los trastornos de conducta alimentaria son una poderosa amenaza para la salud mental de hombres y mujeres, le pueden ocurrir a cualquiera, y deben ser abordados desde distintas áreas como la nutricional, la psicológica y la emocional.
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