'Los tres mosqueteros': Francia planta cara a Hollywood recuperando una magia perdida
Es inevitable que los relatos clásicos se adapten una y otra vez al cine, como ocurre como una novela tan mítica como Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas. Desde el cine mudo, no hemos parado de ver a D'Artagnan, Athos, Porthos y Aramis saltando a la gran pantalla de la mano de directores como Allan Dwan, George Sidney, Richard Lester o Paul W.S. Anderson. Incluso vimos al mismísimo Cantinflas parodiándolos en la película mexicana de los años 40. Pero ahora los mosqueteros regresan a su casa, a Francia, donde han puesto todo su empeño en ofrecer una adaptación que haga justicia definitiva al gran legado de los personajes. Y para lograrlo, han recurrido a una fórmula que en Hollywood lleva años brillando por su ausencia.
La historia no será sorpresa para nadie porque vuelve a adaptar fielmente la novela con D'Artagnan y compañía enfrentándose a las oscuras maquinaciones del cardenal Richelieu y su espía, la misteriosa Milady de Winter. Eso sí, el relato se ha dividido en dos películas para no perder detalle.
La primera, la que llega ahora a los cines y se presenta con el título de Los tres mosqueteros: D'Artagnan, cuenta la llegada del personaje a París, su primer contacto con Athos, Porthos y Aramis y los comienzos de su aventura para impedir que Richelieu lleve a cabo su complot contra el rey Luis XIII de Francia. La segunda, que llevará el subtítulo de Milady y se estrenará a finales de 2023, pondrá el foco en el enfrentamiento entre D'Artagnan y Milady de Winter, cuya confrontación en la primera parte dará juego a una intensa aventura y rivalidad.
Pero el punto fuerte de esta película no es su mayor fidelidad al texto, sino más bien los recursos que ha utilizado para remitir al espíritu clásico de su aventura, a esas historias de capa y espada de las que la fue precursora y que tanto tiempo llevamos sin ver relucir en la gran pantalla. Y es que Los tres mosqueteros: D'Artagnan apuesta de lleno por lo artesanal y lo fastuoso, dejando de lado los efectos digitales para recrear la Francia del siglo XVII con elementos artísticos tangibles y ostentosos que remiten a los mejores clásicos del género.
Acostumbrados al exceso digital en los blockbusteres de Hollywood, como bien puede ser el caso de cualquier producción de Marvel, es un lujo encontrarse con una película producida fuera del sistema de estudios de Estados Unidos que plante cara al abuso de estas técnicas, que piense en la calidad del producto por encima de ahorrarse costes mediante el uso de la tecnología. Y es que, siendo sinceros, en la actualidad hay pocas producciones que alcancen los acabados que lucían las cintas de aventura y acción de antaño, cuando en los 90 o los 2000 lo digital se pulía al detalle y se usaba como complemento a efectos mecánicos, localizaciones reales o la construcción de ostentosos sets.
Ahora, con solamente utilizar un croma y un ordenador se obtiene la magia del cine, pero con un aspecto puramente artificioso que pocas veces se salva de mostrar sus costuras. En cambio, Los Tres Mosqueteros apuesta por llevarnos a grandes palacios, lúgubres mazmorras, fiestas fastuosas, parajes naturales o batallas fangosas donde el realismo y la espectacularidad se convierten en todo un placer para la vista. Y lo mismo ocurre con las escenas de acción, que en vez de mirar hacia la grandilocuencia y el ruido se centran en tejer unas coreografías escénicas de infarto, rodando todas sus batallas y momentos clave en plano secuencia con un pulso y una adrenalina como pocas producciones pueden presumir.
Por esta razón, me fue inevitable no pensar en los grandes clásicos de género, en películas como El Zorro, las múltiples aventuras en cine de Robin Hood, otras adaptaciones de Dumas como El hombre de la máscara de hierro o incluso en propuestas más fantasiosas y recientes como las primeras películas de Piratas del Caribe, donde la fastuosidad, la aventura y la emoción llenaban la pantalla por encima de lo artificialidad del abuso del digital. Y es que una industria como la francesa, que apuesta como pocas otras por la protección del cine, ha sabido suplir una carencia que en Hollywood llevan años sin ponerle solución.
Además, la película cuenta con grandes estrellas internacionales del cine francés, como es el caso de Eva Green como Milady de Winter o Vincent Cassel como Athos, lo que eleva su aura de gran producción cinematográfica que nada tiene que envidiar a los blockbusteres de la meca del cine. Una aventura de espíritu clásico que los amantes del mejor cine de capa y espada disfrutarán como pocas películas actuales.
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