Matt Damon y Scarlett Johansson son la prueba de la cara imperfecta de los besos de cine
Los romances de la gran pantalla no serían lo mismo sin el beso perfecto. Un buen beso que capte el romance y la pasión de la escena puede erizar la piel de los espectadores en cuestión de segundos. Para conseguirlo no basta con la química de sus protagonistas, también hace falta una luz ideal, el ángulo perfecto, una técnica de labios decidida entre las partes y el escenario adecuado. Sin embargo, no es más que pura ilusión cinematográfica porque, en ocasiones, se cuelan imprevistos humanos que complican la tarea. Y Matt Damon lo comprobó el día que tuvo que besar a Scarlett Johansson, definiendo la experiencia como “un infierno”.
El actor de 52 años tuvo que besar a la estrella de Viuda Negra en 2011 cuando rodaron Un zoológico en casa, una comedia que contaba la historia real de un hombre que compró un zoológico en ruinas tras la muerte de su esposa sin saber nada del cuidado de animales. No obstante, su recuerdo no es nada placentero, reflejando que detrás de cámaras se cuecen situaciones mundanas que ni las estrellas de Hollywood pueden solucionar.
Así lo recordó durante una entrevista acompañado por su compañera de Oppenheimer, Emily Blunt. En el encuentro para LadBible tenían que decidir si estaban de acuerdo o no con diferentes afirmaciones. Y a la frase “deberías decirle a alguien que tiene mal aliento”, ambos estuvieron de acuerdo, revelando que prefieren ofrecer chicle antes que decirle a la persona el inconveniente bucal.
Emily Blunt reveló que existe una “etiqueta” de que los actores deben cepillarse los dientes y utilizar enjuague bucal antes de rodar escenas íntimas. Sin embargo, por muchas reglas que cumplan, Matt Damon no pudo evitar vivir “un infierno” al besar a Scarlett Johansson.
“Hicimos una toma antes del almuerzo. Era una toma bonita de dos cámaras que terminaba en el beso. Era muy buena. Nos fuimos a almorzar y los dos pensamos que habíamos terminado. Se comió un sándwich de cebolla, volvió [al set] y [lel director] Cameron Crowe había alineado la cámara para una toma cercana del beso, y dice ‘¡Oh maldita sea, literalmente me acabo de comer un sándwich de cebolla!’”
Siguieron adelante de todas formas, y aunque Matt Damon se pasó toda la escena haciendo burlas por el mal aliento de su compañera, en la película jamás nos dimos cuenta. Al contrario, plasmaron un beso clásico de cine como dos profesionales:
No obstante, no fueron los únicos que vivieron el mismo problema. Por ejemplo, Alec Baldwin dijo que fue “doloroso” besar a Jennifer Aniston en 30 Rock, quien por entonces fumaba y era amante del café (Huffington Post), mientras Sandra Bullock repartía caramelos de menta a diestro y siniestro en Fuerzas de la naturaleza por culpa del supuesto mal aliento de Ben Affleck (The Guardian).
Por otro lado, Rene Russo me confesó en una ocasión en el Festival de Zurich durante la promoción de Primicia mortal que Mel Gibson era el actor que mejor besaba en la industria, pero también que tuvo una terrible experiencia con Clint Eastwood durante sus escenas amorosas en En la línea de fuego por culpa de los ajos. Me contó que ambos habían acordado comerlo para no incomodar al otro con el mal aliento. “Pero tuvimos un receso en el rodaje y cuando regresé me había quedado embarazada y nos quedaba una escena amorosa por rodar. No podía comer ajo porque me daba asco, pero él lo había comido ese día. Fue terrible”, dijo entre risas.
Evidentemente, no son más que anécdotas graciosas sobre una jornada laboral entre actores. Para ellos, ya sea en cine, televisión o teatro, los besos forman parte de su trabajo mientras la edición de una película, la emotividad de una historia y la interpretación envuelven al espectador de la ilusión suficiente como para creernos, emocionarnos y palpitar la historia de amor que tenemos delante. Esa magia cinematográfica nos dejó algunos de los besos más inolvidables del cine, como el de Ryan Gosling y Rachel McAdams bajo la lluvia en Diario de una pasión o Scarlett Johansson y Jonathan Rhys Meyers en Match Point.
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Sin embargo, esa perfección romántica que en muchas ocasiones nos lleva a los suspiros más profundos, no existe en la vida real. Con aliento a cebolla o no.
“Dar un beso de cine es mucho más técnico de lo que el público cree” me dijo Carey Mulligan cuando hablamos de sus besos de cine durante el estreno de Lejos del mundanal ruido. Una película de época donde su beso final a la luz del atardecer llevó tres días por culpa de un accidente a caballo que la desmayó delante de su compañero Matthias Schoenaerts.
Y tiene toda la razón. Por ejemplo, Tobey Maguire no podía respirar cuando Kirsten Dunst le bajó la máscara en Spider-Man para besarlo en uno de los besos más históricos del cine. “No podía respirar. La lluvia me caía por la nariz y ella me estaba besando”, explicó el actor a ETen 2002. “No podía respirar por la boca y tuve que contener la respiración mientras la besaba”.
"Las condiciones no eran tan sexys, dulces y románticas como parecía", añadió. Por otro lado, Helen Mirren habló abiertamente de lo malo que es Harrison Ford besando. “No puede besar” aseguró en un programa de radio de la BBC en 1997 (vía Chicago Tribune). “Le resulta imposible besar en pantalla… Y probablemente tampoco sea muy bueno fuera de ella".
A su vez, Reese Witherspoon compartió su terrible experiencia a la hora de besar a Robert Pattinson en Agua para elefantes porque el actor estaba resfriado (InTouch).
Si bien no pretendo arruinarles la magia del cine, actuar un beso no es tan romántico como parece, con decenas de personas observando en silencio, esperando que el beso entre dos extraños o compañeros de trabajo sea perfecto para así poder seguir con la siguiente escena. Sin embargo, bajo el glamur de Hollywood y la ilusión del séptimo arte, las estrellas tampoco son inmunes a los pequeños inconvenientes de la vida real. Pero en el caso de los actores, el show debe continuar… con o sin mal aliento.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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