Ryan Gosling y Rachel McAdams: la frase improvisada y el romance real que elevaron el 'Diario de una pasión'

LOS ANGELES - JUNE 21:  Actor Ryan Gosling arrives at the premiere of New Lines'
LOS ANGELES - JUNE 21: Actor Ryan Gosling arrives at the premiere of New Lines' "The Notebook" on June 21, 2004 at the Village Theatre, in Los Angeles, California. (Photo by Kevin Winter/Getty Images)

Por Teresa Aranguez.- Recuerdo el día que fui al cine a ver Diario de una pasión. En ese momento vivía en Nueva York, decidí ir sola y lloré casi de principio a fin. Porque todas las escenas de Allie y Noah son un sube y baja emocional entre dos personajes pasionales y en plena ebullición. Sin embargo, hay una que se quedó grabada para siempre en la memoria del mundo. Les hablo de una secuencia donde Ryan Gosling convirtió uno de los diálogos en uno de los más icónicos del cine romántico. Fue una frase completamente improvisada que, sin saberlo en su momento, terminó dándole un toque mágico.

Aunque ahora nos parezca increíble, Diario de una pasión no ganó el título de clásico romántico durante su paso por la cartelera de 2004. Tuvo buenos resultados de taquilla con unos $117 millones recaudados a nivel mundial, pero que jamás habrían pronosticado el cariño eterno que el público todavía siente por ella.

Un detalle que impulsó el interés por la película fue que sus protagonistas habían trasladado la romántica relación de la ficción a la vida real. Ryan Gosling y Rachel McAdams se enamoraron en el rodaje y, con el paso del tiempo, el boca a boca y posterior emisión en televisión, Diario de una pasión fue creciendo en visualizaciones, reconocimiento y popularidad. Hoy es uno de los títulos más reconocidos del género drama romántico y una apuesta segura para emitir anualmente en la pantalla chica. También un plan ideal para una lluviosa tarde de domingo.

Pero volvamos a la sala de cine. Allí donde una servidora derramó unas cuantas lágrimas al verla (no fui la única, también lo hicieron quienes estaban a mi alrededor aunque trataban de disimularlo). La historia, basada en la popular novela de Nicholas Sparks, rompía moldes muy asentados en el cine, por eso tampoco pasó desapercibida. De forma muy suspicaz, el director decidió invertir los papeles. Ya no era el hombre rico el que se enamoraba de la chica pobre al más puro estilo Cenicienta. Al contrario. Ahora era la chica de clase acomodada quien enloquecía de amor por un obrero de fábrica. El hecho de que fuera verano y Allie acudiera a su pintoresco pueblo de Seabrook lo hacía todo más idílico.

Para hacer un poco de memoria, pero nada de spoilers, ambos se tropiezan en el famoso carnaval de esa pequeña localidad y las chispas saltaban de inmediato. El resto era una sucesión de escenas románticas entre dos adolescentes recordadas por ellos mismos años más tarde, siendo ancianos. La Allie adulta padece Alzheimer y está ingresada en una residencia en la que también vive su marido, Noah, por voluntad propia. Cada cierto tiempo y cumpliendo una promesa a su amada, le lee el libro que ella misma escribió donde relata su gran historia de amor para recordarla siempre.

Y así es cómo vamos adentrándonos en la relación de estos jóvenes, marcada por el estatus social y los estereotipos de una época. Son muchos los momentos que tocan la fibra sensible del espectador, pero vamos al grano y contemos cuál superó a todos y por qué. Sucede después de una reconciliación. Allie, prometida con otro galán en ese momento, se siente en la encrucijada de tener que elegir entre la obligación y el amor verdadero.

Y entonces, Noah, nada dispuesto a perderla por segunda vez, interviene con una frase fuera del guion que taladra el corazón de cualquiera.

Fue el propio director Nick Cassavetes quien lo confirmó en VH1 (vía Insider) en 2014. "Había una escena al final donde Ryan improvisó eso de: '¿Qué es lo que tú quieres? ¿Qué es lo que tú quieres?'. Y se convirtió en uno de los rasgos más icónicos de la película que no estaba en el guion".

"Él sabía perfectamente que yo soy una persona formada, con un título universitario y que me gustan las palabras, pero también me gusta la improvisación, así que estuvo muy bien. Le permitimos que lo hiciera. Se merecen todo el crédito esos chicos", expresó con cierta emoción. Esas palabras creadas de la nada por el actor que ahora volveremos a ver en cines en el papel de Ken en Barbie llegan justo después de esta línea a continuación. Como podrán comprobar, encajaban a la perfección. "¿Podrías parar de pensar en lo que los demás quieren? Para de pensar en lo que yo quiero, él quiere, lo que tus padres quieren...", leía el diálogo, cuestionándole entonces "¿Qué es lo que tú quieres?"

Cassavetes quedó enganchado y nosotros, el público, también. El atrevimiento de Ryan Gosling resultó ser uno de los más grande aciertos de esta historia porque terminó dejando una de las secuencias pasionales más recordadas de la película. Porque con esa frase, Noah presentaba a su enamorada el planteamiento definitivo para mirar hacia adelante. Para seguir avanzando juntos o separados, pero avanzando al fin.

Lo más impresionante de todo esto es que esta improvisación romántica surgió en un rodaje que tuvo sus más y sus menos. En esa misma entrevista, el director reconoció que la química brutal que desprenden sus protagonistas no siempre estuvo ahí. De hecho, confesó que, al principio, existió un gran conflicto entre ellos y no se soportaban.

Ryan Gosling and Rachel McAdams, winners of Best Kiss for
Ryan Gosling and Rachel McAdams, winners of Best Kiss for "The Notebook" (Photo by SGranitz/WireImage)

Esto fue lo que comentó el cineasta años después del rodaje referente a su relación inicial. "Quizá no soy quien para contar esta historia, pero no se estaban llevando bien en el set. Realmente no. Un día, Ryan se me acercó delante de 150 personas y me dijo: 'Nick, ven'. Estaba haciendo una escena con Rachel y me preguntó: '¿Te la podrías llevar de aquí y traer a otra actriz para ensayar?'‘. A lo que dije: '¿Qué?', y él contestó. 'No puedo, no puedo con ella'", recordó Cassavetes en la entrevista de VH1 (vía Entertainment Weekly). De ahí pasaron a otra sala en la que ambos empezaron a gritarse a todo pulmón. Prefirieron dejarles solos para resolver sus conflictos y, según el director, funcionó, porque las cosas fueron suavizándose hasta el punto de enamorarse.

Ese rechazo que existía inicialmente entre los protagonistas resultó ser el aliciente perfecto para alimentar esas peleas de niños en la ficción que terminaban en besos y risas. Creo que ambos eran conscientes de la magnitud del proyecto y de la proyección que sería para sus carreras, así que, cedieron y todo rodó de manera impecable. Fue un antes y un después en su vida personal y profesional. Y, de paso, regalaron al cine uno de los clásicos románticos más cotizados. Da igual las veces que la hayas visto, siempre es agradable reencontrarse con ella.

Diario de una pasión está disponible en el catálogo de HBO Max.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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