La serie de Amazon con aires de obra maestra que el mundo olvidó injustamente

El Ferrocarril subterráneo (Kyle Kaplan; cortesía de Amazon Studios)
El Ferrocarril subterráneo (Kyle Kaplan; cortesía de Amazon Studios)

No importa que hayan pasado 25 años desde que Shakespeare enamorado le arrebatara el Oscar a Rescatando al soldado Ryan. La huella que dejó el clásico de Steven Spielberg es tan profunda que seguimos recordando aquella derrota como una de las mayores decepciones en la historia del cine. Sin embargo, pocos saben que existe una decepción similar en el mundo de las series. Sucedió hace apenas dos años cuando se estrenó una obra maestra que la industria y el público pasó completamente por alto. Cuando no lo merecía. Cuando merece estar en el Top10 de las mejores series de la década.

Les hablo de El ferrocarril subterráneo, una maravilla visual y transcendental que estuvo nominada a siete premios Emmy en 2021 pero fue opacada por un fenómeno tan popular como Gambito de dama. La serie limitada de Netflix se llevó 11 premios. La obra maestra de Amazon se fue con las manos vacías.

Aclaro que no tengo nada contra el éxito protagonizado por Anya Taylor-Joy. Al contrario, disfruté los entresijos de su historia, la construcción de su narrativa feminista y la interpretación de la actriz británica. Pero no tuvo, ni de lejos, el impacto emocional que me dejó El ferrocarril subterráneo. Así que toca reivindicarla.

Dirigida y escrita por un director con una habilidad única para tocarnos el corazón como Barry Jenkins (Luz de luna, Si la colonia hablara), esta serie de diez episodios nos adentra en los horrores de la esclavitud sin caer en los clichés de la temática. Sin abusar del drama ni la violencia, sino mimando la narrativa hasta el punto de convertir la historia en una experiencia emocional en sí misma.

Hacer una serie o película sobre la esclavitud nunca es tarea fácil. Después de todo se trata de una temática delicada, incluso siglos más tarde con la susceptibilidad racial y social todavía a flor de piel en EE.UU. Tratarla desde el análisis equivocado puede levantar ampollas difíciles de sanar. Además, existen piezas documentales (13), largometrajes (12 años esclavo) y series (Raíces) que ya contaron historias desde ángulos efectivos haciendo que las comparaciones hagan más difícil la tarea de un director para conseguir plasmar cierta originalidad. Pero no para Barry Jenkins.

Basada en la novela homónima de Colson Whitehead ganadora del premio Pulitzer en 2017, El ferrocarril subterráneo nos cuenta la historia de Cora (Thuso Mbedu), una esclava de una plantación del sur estadounidense que además de las atrocidades que vive a diario, la violencia y el abuso, encima carga con el estigma marginal de haber sido abandonada por su madre siendo pequeña para huir por su cuenta. Pero cuando llega el momento, Cora huye con otro joven negro llamado Caesar (Aaron Pierre) en un tren clandestino que circula bajo tierra liberando esclavos de los horrores de la propiedad humana. El viaje los lleva hasta una población donde los negros siguen siendo esclavos pero el gobierno dibuja una libertad ficticia tratándolos, en cambio, como si fueran empleados. Allí descubren los primeros sentimientos de libertad, o la apariencia de ella. Porque, en realidad, nada es lo que parece.

El descubrimiento de una realidad atroz, la persecución constante, la ansía de libertad y el trauma vital que cargan, sumado al hecho de que un cazador de esclavos racista y cruel (Joel Edgerton) les sigue la pista, conforman las bases de una trama de alta carga emocional pero que transmite su argumento con aires cinematográficos. Cada plano está cuidado hasta el más mínimo detalle, desde la interpretación, la escenografía, el vestuario, fotografía y música. Todos los elementos forman parte de un juego artístico que danza en armonía creando momentos visuales mágicos. Porque El ferrocarril subterráneo es mucho más que una historia de esclavitud, sus horrores y el trauma vital de tantas millones de personas, es una experiencia emocional a través de los ojos.

Si bien estamos ante una historia de ficción, todos sus personajes representan una época y las consecuencias raciales que han prevalecido con el paso del tiempo. Porque la serie hace un retrato del pasado pero manteniendo sus miras en el presente y futuro, cuestionando por qué y hasta cuándo con tambores que suenan a esperanza a pesar de todo. Porque al retratar la historia de Cora y todos aquellos esclavos que la rodean, los que va dejando en el camino y los que va encontrando también, Barry Jenkins consigue hacer una transición social contándonos un pasado que sirve de análisis del presente racial estadounidense sirviendo de reflejo filosófico para una sociedad que avanza lentamente.

El ferrocarril subterráneo (Kyle Kaplan/Amazon Studios)
El ferrocarril subterráneo (Kyle Kaplan/Amazon Studios)

Y es que Cora es un personaje simbólico que sirve de representación para todas las heridas que abrió la esclavitud en la historia de la humanidad, pero también las heridas humanas en general. Es el símbolo de la resistencia del ser humano, el anhelo y la esperanza.

Barry Jenkins supo transportarnos al universo de los personajes de Luz de luna y Si la colonia hablara a través de planos detallistas que daban prioridad a las emociones de sus protagonistas, y aquí vuelve a conseguirlo con una serie de casi 10 horas de duración y capítulos que llegan a durar más de una. En esta narrativa hasta los silencios hablan. Las lágrimas, sonrisas y miradas, cada detalle transmite algo. La luz del sol entre los planos, la desesperación de la huida, el terror a lo desconocido y la desesperanza, son situaciones que se palpitan constantemente, convirtiéndola en una serie de emociones que sin necesidad de brutalidad extrema constante (aunque la hay lo suficiente como para enviar su mensaje), acción o adrenalina comercial, consigue hacernos palpitar con cada plano.

Es cierto que El ferrocarril subterráneo no es para todos los públicos. Después de todo Barry Jenkins es un director que no escatima en segundos y silencios para transmitir las emociones que pretende provocar y, a veces, eso puede repercutir en el espectador más impaciente. Pero, en este caso, esos silencios y momentos pausados juegan a favor de la narrativa dándonos tiempo para devorarla y sentirla, dejando que nos impregne de su historia a través de todos los poros.

Y sí, es cierto, hay otras series buenas en la extensa oferta del streaming. Sin embargo, lo que consigue El ferrocarril subterráneo es diferente. Porque incluso cuando han pasado dos años de su estreno, todavía recuerdo esta apuesta de Amazon por cómo me sacudió por dentro con una belleza cinematográfica que pide a gritos nuestra atención absoluta. Es una verdadera maravilla.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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