El viaje de humildad de Hilary Swank tras ganar el Oscar y no tener seguro médico
La actriz recuerda la verdad que vivió tras el espejismo de los premios Oscar
Ganar un premio tan prestigioso como el Oscar puede suponer muchas cosas para un actor de Hollywood: gloria profesional, reconocimiento ante el público, nuevas oportunidades pero, sobre todo, haber alcanzado una cima donde destaca la fortuna y los salarios millonarios. Pero no siempre es el caso, como pudo descubrir Hilary Swank cuando tenía 26 años y su primera estatuilla bajo el brazo por Los muchachos no lloran. Porque en medio de los aplausos y los brillos del negocio, le tocó vivir un fuerte golpe de realidad cuando, siendo de las intérpretes más celebradas de 1999, descubrió que no calificaba para tener seguro médico debido a sus bajas ganancias.
Se dio cuenta poco después, cuando al visitar una farmacia para buscar un medicamento, le dieron la noticia: no tenía seguro médico. Parece imposible, incluso ridículo, que una estrella de Hollywood, ganadora del Oscar que pasó aquel año desfilando por alfombras rojas mientras los focos brillaban sobre ella, no tuviera cobertura por parte de su sindicato. Sin embargo, así lo vivió en sus propias carnes tras haber generado un sueldo que no cubría el mínimo que exige el SAG para tener cobertura.
“Parece tan obvio, ¿verdad? Estoy ganando un premio de la Academia, soy súper famosa, todo es glamoroso…”, dijo a Independent. “Pero gané $3,000 el año que hice Los muchachos no lloran, y tenías que ganar $5,000 para calificar para un seguro médico”.
Y es que la historia de Hilary Swank en Hollywood no destaca precisamente por el glamur o los premios, sino por la humildad y resiliencia. Porque la actriz no se queja, sino que recuerda la anécdota para reflejar que la gloria puede ser un espejismo que el resto del mundo desconoce.
El espejismo del Oscar
“No sé qué hice en la vida para merecer esto. Sólo soy una chica de un parque de casas rodantes que tuvo un sueño”, dijo en su discurso de aceptación cuando recibió su segunda estatuilla, cinco años más tarde, por Golpes del destino (Million Dollar Baby).
La actriz hacía referencia a sus humildes orígenes cuando, después del divorcio de sus padres, su madre decidió cruzar el país para llevarla a California. Confiaba en el sueño de su hija que, a los 15 años, había decidido que quería ser actriz. Y así, con solo $75 en el bolsillo y un auto donde vivir, pusieron rumbo hacia una nueva vida siguiendo las luces de la meca del cine.
“Mi mamá me dijo que podía hacer lo que quisiera en la vida, siempre y cuando trabajara lo suficiente”, dijo Swank a CBS News en 2010. “Y hasta el día de hoy, todavía me emociona mucho, porque nunca lo cuestioné, ¿sabes? Ella siempre creyó en mí”.
Vivieron en el auto, durmieron en casas prestadas sobre colchones inflables y no tuvieron techo seguro durante meses, pero entonces aquella joven actriz comenzó a encontrar trabajo. A los 18 hacía su debut cinematográfico en Buffy la Cazavampiros con un papel secundario y dos años más tarde obtenía su primer papel protagónico en El Karate Kid 4: la nueva aventura (1994), la cuarta entrega de la popular saga juvenil. Un proyecto siguió al otro, como su fichaje en Beverly Hills, 90210 donde, supuestamente le habían prometido que su personaje se mantendría durante dos años. Pero, tras 16 episodios, lo eliminaron de golpe.
Hay quien dice que todo pasa por algo y este podría ser el caso. Porque si bien aquel despido le dolió -“Si no soy lo suficientemente buena para 90210, no soy lo suficientemente buena para nada”,pensó- la dejó disponible para asistir al casting de Los muchachos no lloran.
Le pagaron 75 dólares al día (culminando en esos $3.000) mientras pasaba un mes viviendo como hombre y haciendo dieta para reducir su grasa corporal para interpretar la historia real de Brandon Teena, un hombre trans que adoptó identidad masculina pero terminó siendo víctima de un crimen brutal. El resultado fue una de las interpretaciones más intensas de su carrera, mereciéndole una cantidad abrumadora de premios (unos 25 en total) desde el Globo de Oro al Critics Choice, reconocimientos de círculos de la crítica, la National Board of Review, el Oscar… pero no el seguro médico al cobrar menos del mínimo que exigía el sindicato de actores para tener derecho a la cobertura.
El problema fue que, al ser una recién llegada a la industria, el Oscar no supuso el estrellato inmediato. En realidad, debido a su corte de pelo y aspecto varonil en Los muchachos no lloran, ella misma reconoce que el negocio tardó en darle una nueva oportunidad. “Creo que todos estaban un poco confundidos en cuanto para qué contratarme a continuación, porque no conocían mi trabajo antes y la primera vez que me vieron fue como una mujer muy andrógina”, explica, “pero luego mi cabello volvió a crecer y la gente decía: '¡Oh, pareces una mujer!' Y yo respondía: 'Bueno, sí, soy una mujer y me defino como mujer'”.
Al final, “alguien” le dio otra oportunidad”, pero no fue inmediata. “Me tomó un poco de tiempo que la gente me conociera y me viera”. Afortunadamente, su suerte cambió al aceptar protagonizar Insomnia junto a Al Pacino y Robin Williams, bajo las órdenes de Christopher Nolan, a cambio de un cheque de $3 millones (The Guardian).
La felicidad lejos de la fama
A pesar de los aplausos y de haber conseguido dos estatuillas tras cumplir los 30, Hilary Swank intentó no priorizar la fama o los brillos del mundo del espectáculo por encima de su felicidad. En realidad, después de divorciarse del actor Chad Lowe y tras ganar el segundo Oscar, decidió encaminar su vida hacia un propósito más personal.
“Hace un par de años me prometí pasar más tiempo con mi familia y mis seres queridos. Ninguno de nosotros sabe cuánto tiempo nos queda en este planeta, por lo que es importante nunca dar por sentado un momento”, dijo a Independent en 2015.
Durante aquellos años había decidido alejarse de los focos y rechazar ofertas hollywoodenses, para quedarse en casa cuidando de su padre. Se habían distanciado durante su juventud tras mudarse a California pero, cuando su progenitor necesitaba recuperarse tras un trasplante de pulmón en 2014, Hilary puso su carrera en pausa para instalarlo en su casa y dedicarle su atención durante tres años.
Por ese motivo prácticamente no la vimos en cartelera durante una larga temporada. Y mientras la gente le aconsejaba que no lo hiciera, ella sintió que fue una “bendición” y un “honor” haber podido tener el privilegio de tomarse el tiempo necesario para estar a su lado.
“Se suponía que solo sería un año, pero uno se convirtió en dos y dos en tres. Estuvo bien para mí. Quería estar ahí mientras mi papá me necesitara”, dijo. Su padre murió en 2021.
Tiempo después, en abril de 2023 y pocos meses antes de cumplir los 49, dio a luz a sus gemelos: un niño llamado Ohm y una niña, Aya, que define como sus “milagros”. Ahora regresa a las historias cinematográficas con Ángeles inesperados, un drama basado en una historia real sobre una peluquera que lo deja todo para ayudar a una chica en espera de un trasplante de hígado. Se trata de una película que destaca la importancia de la amabilidad y la convivencia con el prójimo, que resonó especialmente con la actriz tras la experiencia que vivió con su padre. Y, por supuesto, con esa conexión que mantiene hacia la faceta más humilde del ser humano a través de sus experiencias y orígenes.
Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.
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