Jude Law se rinde a la tendencia de los extremos oliendo a pus y excremento

Jude Law ya no es el mismo. Al menos a nivel cinematográfico. Porque este actor que siempre recurrió a la exposición más natural de su cuerpo para plasmar sus personajes ha sucumbido a la tendencia de la transformación extrema. Aunque en su caso ha ido más lejos de lo que jamás hubiéramos imaginado, forzando el olor putrefacto de su último personaje sobre todos sus compañeros de rodaje.

El actor interpreta al rey Henry VIII en Firebrand, su nueva película de época que repasa la historia de su última esposa, Catherine Parr, interpretada por Alicia Vikander. Y para convertirse en el cruel monarca con tobillos inflamados y ulceras en la pierna, optó por un cambio radical, llevando una barba gruesa, prótesis y un vestuario pesado y amplio que creaba la ilusión de gran tamaño. Su apariencia era tan radical que muchas personas que visitaron el set ni siquiera lo reconocieron.

Sin embargo, no solo quería parecerse físicamente, sino que quería capturar su presencia desde todos los ángulos posibles. Y cuando supo que Henry VIII era conocido en su entorno por el olor que emanaba, decidió que quería imitarlo haciendo que un perfumero creara la poción mágica.

“Leí varios relatos interesantes de que, en esa época, podías olerlo desde tres habitaciones de distancia porque su pierna se estaba pudriendo tan malamente que lo escondía con aceite de rosas”, comentó en la conferencia de prensa del Festival de Cannes. “Así que pensé que tendría un gran impacto si yo olía horrible”.

Y lo que hizo fue digno de entrar en el libro de las historias más extremas del cine: fue a un experto en perfumes y le pidió que creara una fragancia de olor fétido. “De alguna manera se las arregló para encontrar una variedad extraordinaria que era pus, sangre, materia fecal y sudor”, explicó. “Inicialmente lo usé sutilmente y solo pensé que lo usaría yo mismo. Pero cuando [el director] Karim [Aïnouz] se apoderó de él, lo roció [por todas partes]”.

Básicamente, el director brasilero esperaba que todo el equipo se fuera a comer para volver al set y roseaba toda la habitación con el asqueroso perfume. “Cada habitación tenía olor y era increíble. Cuando Jude entraba al set, era terrible”, añadió el cineasta sobre la representación fidedigna que lograron plasmar en el ambiente gracias a Jude y su perfume.

Esta es la segunda ocasión que Jude Law juega con los cambios extremos y de manera consecutiva. Lo hizo en Peter Pan y Wendy, la nueva aventura que Disney estrenó en su plataforma el pasado 28 de abril, donde interpreta al Capitán Garfio. Su apariencia es radicalmente diferente a todo lo que vimos en su filmografía, llevando una peluca de cabello largo, un bigote amplio y suficientes adornos como para dejarlo irreconocible.

Su apariencia era tan diferente que mantuvo su identidad en secreto a lo largo de todo el rodaje, con la intención de mantener un halo de misterio aterrador sobre los actores infantiles. El director David Lowery quería que le tuvieran miedo, así que Jude Law se mantuvo metido en el personaje todo el tiempo. Pero cuando terminaron de filmar optó por revelar quien era de manera amable, contratando una camioneta de helados y manejándola él mismo para sorprender a los niños.

Creo que no soy la única que jamás hubiera imaginado que Jude Law entraría en el club de actores in extremis. Figuras como Robert De Niro, Christian Bale, Shia LaBeouf o Jared Leto llevan varios años haciendo que las prótesis, las dietas o los excesos personales ‘de método’ se conviertan en temas de conversación infalibles a través de sus películas. Colin Farrell se sumó a la ecuación hace poco, regalándonos una de sus mejores interpretaciones mientras lucía irreconocible como el Pingüino de The Batman, mientras Charlize Theron y Nicole Kidman ganaron el Oscar bajo prótesis faciales. Sin embargo, lo de Jude Law es completamente nuevo.

Si observamos su filmografía, nunca fue un intérprete que necesitara cambiar su apariencia para sus personajes. Más bien todo lo contrario. Ya sea porque los guiones no lo requerían o porque los directores prefirieron aprovechar su atractivo natural, lo cierto es que ha sabido mantenerse en la industria con la misma apariencia constante.

Ya sea como un robot de inteligencia artificial, un pontífice atractivamente manipulador o convirtiendo a Dumbledore en un sex symbol en potencia. Básicamente, desde que captó la atención internacional en El talentoso Sr. Ripley (1999), mantiene el mismo aspecto de siempre, aunque sus interpretaciones sean diferentes.

Pero parece que al británico le han entrado ganas de probar cosas distintas. De recurrir a personajes que lo obliguen a verse diferente frente al espejo, desasociándolos de su aspecto natural. De trabajarlos desde fuera hacia dentro. Y después de que Shia LaBeouf provocara rechazo en el set de Corazones de hierro (2014) al pasar semanas sin bañarse con la intención de plasmar los horrores higiénicos de la guerra, o Daniel Day Lewis viviera como si estuviera en el siglo XVII durante el rodaje de Las brujas de Salem (1996), sin bañarse y viviendo en una casa que construyó él mismo, ahora tenemos que sumar a Jude Law contra todo pronóstico.

Este artículo fue escrito en exclusiva para Yahoo en Español por Cine54.

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