Un guion olvidado de 'Lo que el viento se llevó' descubre una versión que habría provocado críticas diferentes
Lo que el viento se llevó o lo que el pasado nos dejó. El clásico de 1939 alberga una historia de polos opuestos que sirven como el reflejo nítido de nuestros cambios sociales. Fue alabada con ocho premios Óscar y tuvo tanta aceptación que sigue siendo la película más taquillera de la historia cuando ajustamos los datos a la inflación. Sin embargo, el tiempo pasó y los ojos del mundo se abrieron por fin. Y aquello que destacaba por ser un romance clásico entre blancos privilegiados, se convirtió en ejemplo de racismo disfrazado de arte, romantizando la esclavitud con una perspectiva que no hacía justicia a los horrores del pasado... Pero qué diferente hubiera sido la historia si hubieran rodado el guion olvidado que un historiador descubrió hace poco.
No hace mucho tiempo que el debate alcanzó su punto álgido. Fue en 2020 cuando Lo que el viento se llevó motivó discusiones y polémicas a raíz del despertar activista estadounidense por la muerte de George Floyd y el movimiento Black Lives Matter. Y ante el acecho de la cultura de la cancelación, HBO la retiró de su plataforma solo para volver a incluirla tiempo después con una advertencia que rechaza “los horrores de la esclavitud, así como sus legados de desigualdad racial”. La permisividad y blanqueamiento del racismo en el pasado estaba bajo lupa, así que Disney tomó nota e hizo lo mismo con Dumbo (1941), Peter Pan (1953), La dama y el vagabundo (1955), El Libro de la Selva (1967) y Los aristogatos (1970).
Sin embargo, 84 años después del filme de Victor Fleming, que contaba su historia de amor con la Guerra Civil y la Era de la Reconstrucción de fondo, aparece una versión diferente. Un guion descubierto por un historiador que pretendía contar la trama con todo el realismo posible, retratando los horrores de la esclavitud con secuencias explícitas de maltrato físico y verbal. En esta versión, Scarlett O’Hara (Vivien Leigh) no era la terrateniente adorada y amable con sus esclavos, sino una propietaria de humanos cruel.
Siempre se supo que la adaptación de la novela de Margaret Mitchell fue una tarea de varios colaboradores, básicamente porque el guion original de Sidney Howard era tan largo que habrían necesitado 6 horas de metraje para contarlo. El libreto pasó por tantas manos, haciendo cambios, cortes y retoques, que a la hora de estrenar la película no sabían a quien darle el crédito final. Y ahora, el historiador David Vincent Kimel revela en un ensayo publicado en The Ankler, que el productor David O. Selznick habría solicitado a algunos de esos guionistas que plasmaran una visión más realista de las relaciones raciales a través de escenas violentas y perturbadoras que no llegaron a aparecer en el producto final. Y uno de esos guiones fue a parar a sus manos.
Kimel cuenta que se trata de un guion que pertenecía al director de casting de la película, Fred Schuessler. Lo compró en 2020 por $15.000 siendo uno de los pocos documentos que quedan -estima que apenas existe una media docena- debido a que Selznick habría ordenado que todos los guiones fueran destruidos después de la producción de la película. Y en su lectura descubrió escenas que plasmaban más realismo entre sus 301 páginas. “Gran parte del material extirpado era una descripción dura del maltrato de los trabajadores esclavizados en la plantación de [el personaje] Scarlett, incluidas referencias a palizas, amenazas de echar a [la sirvienta negra] 'Mammy' de la plantación por no trabajar lo suficiente, y otras representaciones de violencia física y emocional”, revela.
A través de sus investigaciones, el historiador descubrió que hubo “grupos rivales de guionistas” divididos entre los “románticos” y los “realistas”. Estos últimos “intensificaron las escenas de maltrato para resaltar la brutalidad del personaje de Scarlett e incluso condenar la propia institución de la esclavitud”.
En el guion adquirido, Kimel encontró una escena donde Scarlett golpeaba a su esclava Prissy (Butterfly McQueen) con una vara. “Scarlett levanta deliberadamente su interruptor y lo baja sobre la espalda de Prissy”, mientras grita: “¡Siéntate, tonto, antes de que desgaste esto contigo!”, relata el libreto.
Además, explica que el personaje femenino era mucho más cruel con Mammy (Hattie McDaniel) que en la película final. Por ejemplo, en una secuencia, la maldice después de que la sirvienta exprese su lamento al tener que hacer trabajo forzado durante la dificultad de la Guerra Civil. Y en otra escena, Scarlett aparece diciendo “No sé y no me importa” cuando le preguntan a dónde deberían marcharse sus ex esclavos.
Todo esto nos desvela una intención paralela pero opuesta a la glorificación romantizada de la esclavitud que vimos en la película final y que derivó en tantas críticas. Pero, sobre todo, despeja cualquier sospecha de ingenuidad en torno al debate, dejándonos claro que el mega productor David O. Selznick y todos los implicados sabían lo que hacían. Sabían que estaban romantizando los horrores de la esclavitud y la historia del sur estadounidense a favor del amor protagonista entre dos blancos privilegiados.
Qué diferente hubiera sido la historia de haber seguido con esta visión ‘realista’. Puedo imaginar que Lo que el viento se llevó habría despertado otra conversación en 1939 y los años venideros, pasando a la historia como una obra-denuncia, similar a 12 años de esclavitud, abrazando el respeto hacia los horrores sufridos por la comunidad negra, sin esconderse de la verdad social. Tal vez no hubiera tenido la misma repercusión, ni enamorado a los espectadores con la historia de la terca Scarlett y el engreído Rhett, pero seguramente habría generado una conversación necesaria a lo largo de las ultimas ocho décadas.
Sin dudas, habría provocado críticas diferentes. Evidentemente no habría sido señalada como el claro ejemplo del pecado visual del racismo y la condescendencia social hacia la esclavitud. Sin embargo, las cosas fueron diferentes y Lo que el viento se llevó pasó a la historia como lección y reflejo de nuestra verdad histórica. Como un recordatorio necesario sobre la carente empatía global hacia el horror perpetrado sobre la comunidad negra, abrazando su historia hasta el punto de convertirla en clásico y sin chistar lo suficiente durante décadas.
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